La inflación, como acicate del consumo
El público tiene una elevada propensión a adelantar consumos porque está convencido de que sus pesos, con el correr del tiempo, valdrán cada día menos.Esta conducta que se observa en el consumidor, según los expertos, explica de qué manera la inflación (constante aumento de los precios) empuja el consumo de bienes, hoy en alza.Si pudiese preservar el poder de compra de su ingreso, por ejemplo depositando una parte del mismo en el banco, quizá compraría menos. Pero no: la tasa de interés es inferior a la tasa de inflación.Sin incentivos al ahorro, por tanto, los que tienen un peso de más lo gastan. Se trata, de última, de una conducta muy racional con la que el público argentino busca defender el poder de compra.Ahora bien, paradójicamente la mayor propensión de la gente a gastar el excedente de sus ingresos, por temor a perder poder de compra, no hace más que alentar la inflación por la vía de una demanda sostenida.Son los sectores medios y altos, con capacidad de excedente monetario, los que lideran esta tendencia. Y aquí el costado social oscuro de la misma: quienes más sufren la suba de precios, son los más pobres.A estos últimos no sólo no le sobran los pesos (no pueden ahorrar). El poder de compra del poco dinero que poseen, se les licua más rápidamente a medida que los precios suben por la presión de compra de los más ricos.Un porcentaje importante de los sectores con más alto poder adquisitivo considera que hoy es conveniente destinar el dinero al consumo, según refleja un sondeo sobre expectativas económicas realizado por la Universidad Católica y la consultora TNS Gallup.Que buena parte de la gente que tiene capacidad de ahorro lo destina al consumo, se ve corroborada además en las estadísticas de ahorro de este año. El porcentaje de las familias que ahorra es del 14% cuando el año pasado llegaba al 19%, según datos de la Fundación Mercado.Todo indica que el público destinó gran parte de sus ingresos a comprar bienes durables, y esto se echa de ver en las ventas récord de electrodomésticos y de autos.Históricamente los argentinos destinaban entre el 20 y el 25% de sus ingresos al ahorro. Con los años, el porcentaje se fue reduciendo. Eso dice el economista Oscar Liberman, de la Fundación Mercado, para quien "la Argentina crece a tasas chinas pero la gente ahorra a tasas argentinas".El sistema bancario argentino, además, estimula el proceso. El stock bancario que mueven los préstamos para consumo -a través de las tarjetas de crédito y de los préstamos personales- creció un 30% el último año, según la consultora Deloitte & Touche.Un argumento que suele esgrimirse en esferas oficiales y también desde sectores sindicales es que con menor inflación habría menor crecimiento. Es preferible, por tanto, cebar el consumo lo más que se pueda, aunque ello recaliente los precios.De hecho da toda la impresión que la política del Banco Central es potenciar el gasto, poniendo mucho circulante en la calle. Se trataría de una estrategia pro-inflacionaria, consistente en emitir dinero de baja calidad.Quien ha salido a cuestionar esta política ha sido el ex ministro Roberto Lavagna, para quien "hoy hay mucho exitismo", pero es "pan para hoy y hambre para mañana".A su criterio, "hay una euforia consumista que es natural cuando la inflación se acelera", ya que "la gente se da cuenta que se tiene que sacar la plata de encima". "Esto ya lo vivimos en los años '90, con la burbuja de consumo" que produjo la convertibilidad instaurada por Cavallo, remarcó Lavagna, quien cree que la inflación le quita competitividad a la economía.
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