La influencia fundadora del obispo y del militar
Los orígenes de la ciudad están estrechamente vinculados a Sebastián Malvar y Pinto, un obispo franciscano, y al coronel de dragones Tomás de Rocamora. Ambas figuras fueron decisivas en la organización de la villa de San José de Gualeguaychú. A fines del siglo XVIII la política del rey Carlos III se orientó a defender los territorios americanos bajo dominio español amenazados por la alianza entre Portugal e Inglaterra. De ahí que crea en 1776 el virreinato del Río de la Plata, otorgándole otra jerarquía a la jurisdicción colonial en esta parte de América. En coincidencia con esta creación fue designado obispo de Buenos Aires el franciscano español Sebastián Malvar y Pinto. Se entiende la importancia política de este nombramiento a la luz de los fuertes lazos que unía por entonces a la Iglesia Católica con los reyes de España. Malvar y Pinto, por otra parte, era un religioso allegado al monarca, muy respetado en la corte de Madrid y profesor de la universidad de Salamanca. No bien llegó al Plata y antes de hacerse cargo del obispado de Buenos Aires, el sacerdote quiso conocer esta región. Durante un año peregrinó por montes, cuchillas, ríos, arroyos y esteros. Cuando el obispo llegó aquí en 1779 se encontró con el primitivo núcleo de familias españolas, como cuarenta de ellas, quienes habían erigido una capilla pública consagrada a San José y a la Virgen del Rosario. Antes de irse les dejó a los vecinos una promesa: "Las capillas serán parroquias y junto a las parroquias nacerán villas". Allí ya se anticipaba el proyecto de organizar el territorio. De hecho en todos estos lugares las jurisdicciones parroquiales fueron anteriores a la fundación de los respectivos pueblos (pasó también en Gualeguay y en Arroyo de la China). El virrey Juan José de Vértiz aprobó la decisión del obispo. En 1780 la capilla local es declarada parroquia. Dos años después llega su primer párroco, Mateo Fortunato Gordillo. Los historiadores cuentan que en su viaje por territorio entrerriano Malvar y Pinto conoció la precaria situación de los habitantes y los graves problemas que sufrían los pequeños propietarios, enfrentados con los acaparadores de tierras. Por consejo del obispo esos pequeños propietarios se dirigieron al Virrey Vértiz en demanda de protección. No es casual, por otro lado, que el virrey comisionara luego al militar nicaragüense don Tomás de Rocamora para organizar la vida de la población en estos parajes. El plan general era asegurar la efectiva ocupación y control sobre una zona de alto valor estratégico en el orden político y militar. Por aquí, efectivamente, sería el paso para cualquier avance terrestre que proviniera de la Banda Oriental o del Brasil. Tomás de Rocamora entra en 1783 a Gualeguaychú por un paso del Gualeyán. Dice Juan José Nágera: "Fue recibido con toda cortesía por la confianza que despertaba su atrayente figura y energía incorruptible para defender al humilde o distinguido poblador desamparado y a Entre Ríos". Por su parte, afirma Juan José Antonio Segura: "Salían a recibirlo los vecinos de la capillita de la Virgen del Rosario, sede parroquial a la sazón". Los historiadores han fijado el 18 de octubre de 1783 como la fecha de la fundación de la ciudad. Ese día, del cual hoy se cumplen 229 años, Don Tomás de Rocamora procede a la elección del primer Cabildo. La existencia histórica de Gualeguaychú, en suma, está vinculada íntimamente con dos figuras relevantes, un obispo y un militar, cuyas actuaciones influyeron en su organización originaria.
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