La inseguridad golpea en casa
El robo violento que sufrió la familia Olaechea, en la madrugada del lunes, revela que Gualeguaychú no es una isla. Que la modalidad delictiva que suele verse en la TV, está entre nosotros.No fue un acto de rapiña menor, sino un atraco pesado y audaz, que en un punto deja sin aliento. Cuatro personas encapuchadas y armadas ingresaron violentamente a una vivienda, de noche, y maniataron a toda una familia.Uno de los miembros de los Olaechea, en medio de la pesadilla, logró comunicarse por celular con la policía, lo que hizo que los malvivientes huyeran con lo que pudieron robar.Irrupción a un domicilio, capuchas, armas, reducción bajo amenaza de los miembros de una familia, incluso golpes. No, no es la escena de una película policial. Ocurrió en esta ciudad y en pleno centro.No hace mucho el presidente del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos remarcó que la violencia delictiva que se vive en el conurbano bonaerense no tenía comparación con lo que ocurre en nuestras ciudades.A priori se podrían suscribir estos dichos, pero lo que sufrió esta familia de Gualeguaychú en un punto lo desmiente. Hay algo en esta historia, en efecto, que denuncia un parentesco delictivo llamativo con lo que se ve en Buenos Aires.Una cosa es cierta: hace tiempo Gualeguaychú dejó de ser una ciudad invicta en materia de seguridad. Mal que les pese a las autoridades, que suelen pintar una imagen idílica del fenómeno, aquí se viene verificando un deterioro de ese concepto.Ha quedado atrás, como un recuerdo del pasado, la época en que se podía salir sin cerrar la casa o dejar estacionado el auto sin darle una vuelta de llave.Paralelamente, proliferan desde hace tiempo las rejas en torno a las propiedades y el uso de alarmas de todo tipo.Intelectualizar el problema nos lleva, como siempre, ha intentar explicar el contexto en el cual tiene lugar. Hay más delito porque hay más marginación y porque está roto el tejido social.Ese es el diagnóstico, más o menos progre, que se suele dar en estos casos. Ahora bien, ¿eso qué significa? ¿Acaso que no se puede hacer nada a la espera de que la sociedad encuentre su equilibrio?¿Hay que esperar que se remuevan las causas socio-económicas que disparan el delito, para darle real batalla? La cosa es peliaguda. Sobre todo si pensamos que nuestra clase dirigente es especialista en operar sobre los efectos, no sobre las causas de los problemas.O en otros términos: ¿qué se hace mientras se ataca la marginación social? ¿Cuáles son las acciones que pueden emprenderse para mitigar el problema en el 'mientras tanto'?Están los que piensan que dentro de las cosas que se pueden hacer está la prevención con la participación comunitaria. La idea es intervenir antes de que el delito se produzca.Para ello, se piensa, todos los actores sociales y de la sociedad civil deben involucrarse, además de las autoridades policiales y municipales. Se cree que la organización comunitaria puede ponerle un dique a los brotes de inseguridad.Adicionalmente, se sabe que Gualeguaychú está particularmente expuesta al auge delictivo con ocasión de la temporada turística. La llegada de miles de visitantes aumenta los riesgos en todo sentido.Para esta época del año, aumentan las probabilidades de atracos y robos más osados, a partir sobre todo del ingreso de un "turismo delictivo", protagonizado por malvivientes de afuera.Sin ánimo de generar psicosis alarmista, pero a la luz de lo que sucede y de lo que puede venir, creemos que Gualeguaychú no puede cruzarse de brazos en un tema tan sensible como la seguridad.
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