La inseguridad perfora el discurso ideológico
"Hoy el principal derecho humano es el derecho a la seguridad". Los dichos de Pino Solanas, que sacudieron el espectro progresista, denotan cómo la criminalidad descoloca el dogma ideológico.Mezclar seguridad con derechos humanos suena a herejía para el discurso de izquierda. Por eso la definición del líder de Proyecto Sur, una fuerza política situada en ese arco ideológico, descolocó a más de uno.Solanas va a tener que salir a corregir su concepto si no quiere que lo excomulguen. Ocurre que en el pensamiento de izquierda, la inseguridad es una forma de rebeldía de los menos pudientes.Matar para robar no sería una anomalía sino el resultado necesario de la existencia de un modelo de explotación económica, que produce una masa de "desposeídos", quienes son obligados así a delinquir.Para el socialismo la propiedad privada es un robo y es antisocial de raíz. Es ella la causa eficiente de la desgracia humana, o de la lucha de clases entre poseedores y desposeídos.En el sistema capitalista el Estado es un instrumento de dominio de una clase: los poseedores. Es un poder organizado orientado a reprimir (a través de la policía) a quienes osen atacar la propiedad.Desde esta perspectiva de izquierda, el problema de la "seguridad" es un asunto de los ricos. Hebe de Bonafini, aliada del gobierno K, es consecuente cuando no hace mucho cargó contra Daniel Scioli.Lo acusó de tener un "lado fascista" porque el gobernador de la provincia de Buenos Aires había amagado con endurecer la política penal. ¿Pensará lo mismo Bonafini de Solanas, después de su polémica declaración?Pero los esquemas ideológicos naufragan ante el conflicto social. Todo indica que la criminalidad pone en entredicho las categorías intelectuales de la izquierda.La clase media argentina, que tiene a priori una ideología progresista, es la que más se queja de la inseguridad, aunque eso suene contradictorio. Al parecer Solanas, que tiene aspiraciones presidenciales, al empardar "seguridad" con "derechos humanos", le está hablando a ese electorado.Esta inflexión del discurso político no es nueva. Ante el fenómeno escandaloso de la pobreza en Argentina, la llamada "derecha", que se asocia al establishment capitalista, ha debido reajustar su discurso.Desde Mauricio Macri, pasando por Ricardo López Murphy, hasta la Sociedad Rural, hablan de la necesidad de que el Estado instrumente una "política social" a favor de los pobres.La criminalidad en ascenso hace que los "progres" se derechicen al hablar de preservar la seguridad ciudadana, mientras que el mar de pobres empuja a los "derechosos" a implementar políticas sociales desde el Estado.A decir verdad, los fenómenos de la expansión del delito y de la pobreza están pidiendo más que discursos atados a esquemas mentales o a abstracciones.En el caso de la inseguridad el debate parece haber sido colonizado por posiciones ideológicas extremas. Están los que idolatran el látigo en sí mismo, como corrector del crimen.La debilidad de esta visión es su linealidad: en el fondo no ve que el delito es también un síntoma de una ruptura de los lazos sociales. Después está el partido de los indulgentes, que es una reacción en sentido contrario al látigo.En esta perspectiva, todas las faltas tienen una explicación ajena al sujeto que las cometió. Aquí a los delincuentes, lejos de considerarlos culpables de sus actos, se les ve como víctimas de una sociedad opresora.Creemos que habría que despojar de ideologismo el problema de la inseguridad. Y empezar a mirarlo con realismo. Y ello supone aceptar que no hay sociedad que haya erradicado totalmente el delito.
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