La irrupción y el auge de las selfies
Los retratos digitales que las personas sacan de sí mismas y que suben diariamente a las redes sociales ya son un fenómeno de época. ¿Simple moda o nueva pasión narcisista?El registro de sacarse una foto a uno mismo con alguien o con un lugar especial como fondo, no es algo nuevo. Es una práctica que existe desde que nacieron las cámaras fotográficas.Lo que es nuevo es la capacidad de circulación inmediata de esas fotos en Internet. Y esto es posible gracias al auge que tienen los dispositivos portátiles, como celulares y cámaras digitales.El fenómeno ha adquirido una masividad extraordinaria, hasta el punto que se calcula que se sacan más de un millón de selfies al día, las cuales circulan en Facebook, WhatsApp, Twitter e Instagram.Al tratarse de un hecho totalmente representativo de la actual cultura, las selfies (término inglés que significa autorretrato) se han convertido en objetos de reflexión en el mundo académico y del pensamiento.¿Qué significado tienen? Todas las lecturas son posibles: simple moda, actividad lúdica, una nueva manera de compartir la vida con los demás, un acto de ansiedad comunicativa, un modo de romper el aislamiento personal.Hay cierto consenso, sin embargo, en ver la masificación de las selfies como signo de una sociedad cada vez más narcisista. La prueba de que el Narciso contemporáneo necesita recordarle al mundo lo bello e interesante que es.El escritor argentino Enrique Valiente Noailles escribió en el diario La Nación que los retratos digitales expresan una politización de la propia imagen, "una autoproclamación en la cada uno controla cómo quiere aparecer ante los demás".Las selfies reeditan la cuestión del yo, o la retórica de uno mismo frente a la mirada ajena, en medio de una civilización técnica en la que es posible el autodiseño o la autosimulación.Belén Igarzábal, especialista en Psicología y Comunicación, en diálogo con el diario Página/12, sostiene que el furor de las autofotos refuerza el concepto de la intimidad como espectáculo, en un contexto donde las nuevas tecnologías han hecho posible que lo privado pueda exhibirse para ser mirado por millones de personas."Y ahí hay algo muy fuerte que tiene que ver con la exposición constante del yo y con la mirada del otro (...). Así es como la selfie viene a dar justo con el problema del yo, del otro y de esa mirada que me completa", sostiene.Según Igarzábal, por un lado está el placer de la exhibición. "Una selfie -refiere- es un recorte de mi identidad. Es algo que quiero contar. Todo es recorte. Tanto lo que digo, como lo que escribo como lo que muestro. La selfie es una narración en imagen y cuenta algo de mí".Ese movimiento se completa y se justifica con el placer psicológico de ser mirado por los demás. De hecho se sabe que la mirada del otro hace a la constitución de la identidad personal, a la autoimagen y autoestima."Hoy esa mirada se vuelve exponencial. No sólo por lo que yo publico, también por lo que publican de mí. Y especialmente, por lo que comentan de esa foto que publico, los me gusta o lo que dicen de mí", dice la especialista.A todo esto la Universidad Brunel, del Reino Unido, publicó un estudio donde revela que los usuarios obsesionados con compartir en redes sociales imágenes de ellos mismos sufren algún tipo de complicación mental, ligado al narcisismo exacerbado.Como se recordará, en la leyenda griega Narciso, enamorado de sí mismo, murió ahogado cuando intentaba abrazar la perfección de su rostro reflejada en el agua.
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