La lectura evita el deterioro mental
La nueva concepción de la mente humana no ve al cerebro como algo terminado sino como un "músculo" que como tal debe entrenarse. Recientes investigaciones revelan que leer y escribir son habilidades que fortalecen el cerebro.La suposición de que las capacidades cognitivas son fijas es tributaria de una visión estática de la mente. Según este concepto, unos nacen inteligentes y otros no.Hoy se habla sin embargo de elevar el potencial cognitivo de las personas. Eso significa que estamos frente a un órgano que requiere de ejercicio y entrenamiento desde la infancia.En una perspectiva dinámica e histórica del cerebro -que es la que abraza actualmente el mundo científico- se asume que es algo moldeable. De suerte que cuanto hagamos por él incide en su vitalidad y expansión.Nuestros cerebros están en constante cambio como respuesta a nuestras experiencias y conductas. Sus circuitos, que se asocian a distintas funciones mentales, necesitan mantenerse activos por el uso.Al respecto la lectura -pero también la escritura y otras actividades afines- pueden preservar las funciones cognitivas con el avance de la edad. Eso dice un estudio recientemente publicado en Neurology, la revista médica de la Academia de Neurología de Estados Unidos."Nuestro estudio -explica Robert Wilson, del Centro Médico de la Rush University de Chicago- sugiere que mantener en ejercicio el cerebro, participando en actividades de este tipo a lo largo de toda la vida de una persona, desde la infancia hasta la vejez, es importante para la salud del cerebro a edad avanzada".En este trabajo se reclutaron 294 personas de edad avanzada, que fueron seguidas durante un promedio de 6 años, desde el inicio del estudio hasta la fecha de su muerte, a una edad media de 89 años, según informa el diario La Stampa (Italia).Los resultados de la investigación demostraron que las personas que tomaron parte de acciones estimulantes para la mente, tanto durante la infancia como el resto de su vida, presentaron una tasa más lenta de deterioro de la memoria que aquellas que no participaron -o participaron poco- en esas actividades.Para las personas que tenían una actividad mental poco frecuente, la tasa de deterioro fue 48% más veloz que en el caso de las personas con actividad media, lo que demuestra la importancia de mantener el cerebro ocupado con este tipo de tareas."En base a lo que hemos descubierto, no debemos subestimar los efectos de actividades cotidianas como la lectura y la escritura, en nuestros hijos, en nosotros mismos, y en nuestros padres y abuelos", subrayó Wilson.Este descubrimiento está en línea con lo explicado hace un tiempo a este diario por el psiquiatra Julio César Zarra, especialista en trastornos de la memoria, quien señaló "que una persona que no ha desarrollado un capital intelectual importante va a tener una facilidad mayor para perder la memoria"."Es decir que aquel que ha hecho un trabajo intelectual intenso a lo largo de toda su vida, va a tener recursos defensivos para conservar su memoria. Incluso ante la afectación orgánica de una enfermedad cerebral crónica, como una demencia", resaltó el médico, que atiende sobre todo a pacientes con Alzheimer.El hábito de la lectura, por tanto, no sólo nos vuelve más inteligentes sino que es bueno para el cerebro. Pero ese hábito es bajo en Argentina. Sólo el 11% de los argentinos se reconoce como lectores frecuentes, según una encuesta reciente.
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