La madurez a prueba
¿Cómo será nuestra Argentina a partir de mañana? Es la gran pregunta de estos días de conmoción que compartimos desde el miércoles. Para muchos es motivo de preocupación.Por Mario Alarcón MuñizEspecial para El Día Para otros de compromiso. Algunos son atrapados sólo por la curiosidad. Aparecen especuladores y agoreros. No pocos se muestran indiferentes. Pero todos nos encontramos involucrados. Mañana está allí, a horas de distancia. El país recuperará su funcionamiento normal. Y seguirá como hasta ahora o cambiará. Vaya uno a saber. Es un cruce de caminos.Recién este lunes comenzaremos a darnos cuenta -y no de manera inmediata- hasta dónde o en qué medida la sorpresiva muerte de Néstor Kirchner ha de influir en la vida de los argentinos. Qué dimensión puede alcanzar la fuerza de su acción política. Si es Cristina su única y real heredera. Qué cosas cambiarán y de qué manera -si es que algo cambia- en la relación del poder con el pueblo, la oposición, la Justicia, los sectores productivos, los trabajadores, en fin con toda la sociedad argentina.Las institucionesHa muerto la personalidad política más importante de la década en la Argentina. De esto nadie duda, apoyos y disensos al margen. En los últimos siete años y medio ha ocupado el centro de la escena nacional y proyectaba seguir en ese lugar por tiempo indefinido. En consecuencia lo sucedido sobrepasa por lejos los límites comunes. De hecho no todo será igual en lo sucesivo. ¿Y entonces?Pronosticadores sobran por estos días y nada más distante de mis intenciones que sumarme a ellos. Cualquier vaticinio es aventurado. "Se hace camino al andar", dice Machado y es probable que sólo en la mente de la Presidenta giren hoy los rumbos posibles. Por otra parte no está obligada a anunciarlos mañana, ni siquiera a insinuarlos.Más allá del estupor y los pesares, lo esencial está asegurado: no hay riesgo institucional alguno. Precisamente ayer se cumplieron 27 años del día que recuperamos la democracia en las urnas y a nadie se le ocurre rifar esa conquista por duras que puedan presentarse las circunstancias. Al contrario, contribuir a fortalecerla y perfeccionarla es deber de todos los ciudadanos, pero de manera principal de los dirigentes. Si algo se pondrá a prueba a partir de mañana, será la madurez de nuestra dirigencia, ya sea oficialista u opositora, sindical o empresaria.Confrontación o diálogoKirchner impuso un estilo de gobierno que mantuvo aún después de haberse retirado. Ese estilo de confrontación le permitió en un primer momento ganar espacios y confianza pública (no olvidar que llegó a la Presidencia con algo más del 22% de los votos y necesitaba un respaldo mayor de la gente), enfrentando tres cuestiones decisivas de ese momento: la Corte Suprema menemista que él suplantó por un cuerpo independiente y altamente idóneo; los sobrevivientes de la dictadura que seguían gambeteando a la Justicia y el Alca que Bush pretendía imponer sobre el Mercosur.Sin embargo, el estilo no es un dogma. Es un instrumento. Hace a la circunstancia. De ahí que su ampliación a casi todos los actos de gobierno haya derivado en los tropezones conocidos con el campo, la Iglesia, el periodismo independiente, los jueces, los industriales. Pelear con todos al mismo tiempo es desaconsejable y a la vez riesgoso para quien promueve la confrontación.Quizá el método contrario sea el más apropiado para los tiempos que vienen. Cuando un episodio provoca turbulencias y confusiones, conviene buscar los caminos del diálogo y los consensos para apaciguar el clima y encontrar soluciones. Eso cabe esperar de la nueva etapa que -quiérase o no- se abrirá mañana. No se si toda la dirigencia entiende que ese es el estilo conveniente en el momento actual. Sólo se que su madurez está a prueba.
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