La muerte, un tema tabú de nuestra época
La sociedad actual, imbuida de materialismo, ha condenado a la clandestinidad al más natural de los acontecimientos, al que nos recuerda que somos seres mortales. ¿Por qué nuestra época ignora a la muerte?Nada hay más universal que el hecho de morir. Sin embargo, hay razones para pensar que se ha convertido en el gran tabú occidental. Es decir en algo que se ha vuelto inaceptable para la actual cultura, de suerte que es de "mal gusto" hablar sobre ella.El escritor italiano Umberto Eco, en un artículo del año 2012, refiere que esto no era así antes. Tanto la religión, como la mitología y los rituales antiguos preparaban a las generaciones pasadas para enfrentar ese tránsito ineluctable."Pero ¿qué les enseñamos a nuestros contemporáneos hoy en día?", se pregunta Eco. Y responde: "Que la muerte ocurre lejos de nosotros, en los hospitales, que los dolientes no tienen necesariamente que acompañar al ataúd al cementerio; que ya no vemos la muerte".El escritor sostiene que la muerte ha devenido en un espectáculo, gracias a la televisión y el cine, que nos ilustra con sadismo sobre personas golpeadas, baleadas o despedazadas en explosiones.La muerte no gusta. Por eso se la intenta ocultar o trivializar en películas y videojuegos sangrientos que la despojan de todo su dramatismo. El punto, dice Eco, es que "ha desaparecido de nuestro horizonte de experiencia inmediato"."El resultado -concluye- es que habrá más gente aterrada cuando llegue el momento de enfrentarse al hecho que ha sido nuestro destino desde el nacimiento. Un destino que los hombres sabios dedican toda su vida a aceptar".La incapacidad de aceptar la muerte se expresa de distinta manera. Por ejemplo, la escritora y bióloga estadounidense Barbara Ehrenreich, en un reciente libro, habla de una tendencia social a esquivar la muerte a través de un furioso intento por vivir cada vez más y más."Causas naturales. Una epidemia de bienestar, la certeza de morir y el matarnos a nosotros mismos para vivir más tiempo". Tal el título del libro de Ehrenreich, en el cual expresa que existe la creencia arraigada de que morir es algo inaceptable si se cuidan la salud y el cuerpo.Nuestra obsesión por prolongar la vida ha llegado a tal punto que, según denuncia Ehrenreich, quien muere a una edad temprana es observado con sospecha, como si fuese culpable de su defunción por no haberse cuidado como debía.Cuenta que cuando alguien muere relativamente joven, con frecuencia se lo somete a una autopsia moral, una forma de culpabilizar al muerto por no haber hecho lo suficiente por seguir viviendo, de acuerdo a la máxima de época de que se puede retrasar el final llevando una vida saludable."Yo personalmente llevo pensando toda la vida en que un día moriré. No es ningún gran misterio: un día estamos aquí y al siguiente ya no. Me parece que lo preocupante es que haya gente que no se plantee que un día morirá", reflexionó Ehrenreich, en diálogo con BBC Mundo.Por su parte, la antropóloga Paula Sibilia, autora de "El hombre postorgánico", postula que la tecnociencia contemporánea se ha vuelto fáctica, es decir ha instalado la creencia de que es capaz de encontrar la solución a todos los problemas, desde prever un terremoto, evitar cualquier tipo de sufrimiento o enfermedad, hasta desprogramar a la mismísima muerte."Esto es algo irreal, evidentemente -razona Sibilia-. Pero se trata de una cuestión de fe que yo suelo denominar 'mito cientificista'. Esta creencia de la cultura globalizada ha acentuado la percepción de que la muerte no es ya solo molesta o inoportuna, sino además inadmisible".
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