La occidentalización de la China de Mao
Mientras el régimen comunista le declara la guerra a los valores occidentales, la buena vida burguesa, emergente de las reformas económicas, captura la fantasía y el deseo de la población china.Durante los años '60, el líder Mao Zedong anunció la revolución cultural proletaria. La idea era acabar con los "cuatro viejos": las viejas costumbres, los viejos hábitos, la vieja cultura y los viejos modos de pensar.Fue un audaz intento de profundizar las metas revolucionarias del Partido Comunista Chino. El experimento se convirtió en modelo para los "revolucionarios" del Tercer Mundo, y en fuente de inspiración de intelectuales en Occidente.Los "maoístas" occidentales proclamaban, así, el remedio chino para acabar con el capitalismo. Como era de presumir, todo lo "occidental" quedó vedado y prohibido frente a la revolución cultural, uno de cuyos valores era la mística del trabajo colectivo.La doctrina colectivista de Mao, en efecto, era antagónica con los valores de la libertad y el individualismo, propios de Occidente. Pero después de adoptar reformas de mercado a finales de la década de 1980 y comienzos de la siguiente, China cambió.En busca de mano de obra barata, y un mercado interno ampliado, muchos fabricantes occidentales se trasladaron a China. El coloso asiático devino de este modo en factoría multinacional, un reflejo de las condiciones de la globalización.Sin embargo, el Estado chino sigue declarándose comunista. Se trata de un sistema unipartidista que controla todo, pero en un contexto de economía de mercado. El interrogante que existe es cómo hará el régimen para evitar que la población, hoy endulzada con la cultura consumista, no se "occidentalice".Se diría que el mercado está haciendo su "reforma cultural", a despecho de los burócratas del Estado, y a contrapelo de la ideología colectivista de la otra revolución cultural, la de Mao.Por las dudas los jerarcas comunistas advierten que no están dispuestos a transigir ante los valores occidentales. Eso ha venido expresando el primer mandatario chino Hu Jintao, para quien China y Occidente están enfrascados en una "guerra cultural".Como hizo Stalin en la Rusia Soviética, cuando tuvo que movilizar al país para enfrentar la Segunda Guerra Mundial, Hu Jintao apela al nacionalismo chino para enfrentar los peligros que entrañan "las hostiles fuerzas internacionales que intensifican sus estrategias para occidentalizar y dividir China".La Revolución Cultural impulsado por Mao en 1966 estuvo signada por persecuciones y purgas contra los disidentes del régimen. Familias como la del escritor chino Qui Wiaolong han sido víctimas de esa persecución.Crítico de la realidad cultural de su país, y cuyos libros sufren la censura del partido comunista, el escritor acaba de hacer una interesante descripción de la evolución cultural de China."Durante muchos años el pueblo chino creyó en Confucio. Había algo en qué creer y eso le daba un sentido a todo lo que hacías. Después de que el Partido Comunista tomara el poder en 1949 la gente creyó en Mao, en Marx, y otra vez, no importaba si estaba bien o mal, pero al menos creías en algo", señaló en una entrevista aparecida en el diario Clarín.Y agregó: "Tras la revolución cultural ¿en qué se podía creer? Sin Confucio ni Mao, no quedó nada más que el dinero. Creo que la gente debería creer en algo, uno debería tener algún tipo de sistema de valores, pero en China todo corre al ritmo del dinero y el beneficio".
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