La palabra tiene un poder liberador
La competencia lingüística de las personas ha perdido la centralidad que tuvo en el pasado, a partir de la hegemonía de la cultura audiovisual. ¿Pero es posible el pensamiento sin la palabra?"La gente que no sabe hablar tampoco sabe elegir en el momento de votar. No va a saber votar. Es decir, se le cae todo el aparato crítico al no tener vocabulario".La opinión de la lingüista y poeta Ivonne Bordelois, formulada a este medio en octubre de 2008, durante una visita realizada a Gualeguaychú, nos sigue haciendo pensar.La frase no deja dudas: quien no habla bien su lengua, quien es un minusválido lingüístico, declina a la hora de pensar y por esta vía pierde su condición ciudadana."Como decía José Martí: El lenguaje no es el caballo del pensamiento sino su jinete. Es el lenguaje el que conduce el pensamiento. Por eso, al restarle vocabulario a los chicos se los deja sin defensa, sin capacidad crítica frente al sistema", había razonado la académica, que vivió muchos años en el exterior.Siguiendo esta lógica expositiva, que coloca al lenguaje como depósito de la conciencia, se infiere que una forma de sometimiento humano puede ser el despojo lingüístico.Si al Poder sólo le interesa que le obedezcan apostará, sin duda, al empobrecimiento lingüístico de aquéllos que estén debajo de él. Porque la palabra, en este sentido, lo amenaza.Palabra y pensamiento son una misma cosa. Como dos caras de una misma moneda. Y todo el que piensa es libre frente a las estructuras humanas que oprimen.Esta dimensión política del lenguaje debería colocar su aprendizaje, por tanto, como estrategia prioritaria de cualquier comunidad. Hablar bien la lengua hace a la lucha del hombre por su dignidad de ser pensante.¿Hay una des-potenciación planificada del pensamiento por la vía de la degradación del lenguaje? Algunos creen, efectivamente, que algo de esto existe.Podría decirse que el italiano Giovanni Sartori, se acerca a esta posición. Allá por los '90 escribió un libro fascinante contra la televisión y lo audiovisual.Su tesis central es que estos instrumentos tecnológicos están transformando al homo sapiens, producto de la cultura escrita, en un homo videns para el cual la palabra ha sido destronada por la imagen.La primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible, lleva a ver sin entender, sostiene Sartori. En su opinión, al desbancar la palabra escrita, esta tecnología está descerebrando al hombre, imposibilitado hoy de pensamiento abstracto.En realidad, no se trataría de salvar la literatura sino la palabra, o la capacidad humana de comunicarse con ella, sea en el plano hablado como en el escrito.Obviamente que el hombre, más allá de cualquier avatar, seguirá hablando, porque está en su naturaleza hacerlo. Lo que está en discusión, en realidad, es el anonadamiento de esa posibilidad.Hay razones para afirmar que el hombre que sabe hablar su lengua aprende a vivir. Es capaz, en este sentido, de superar las contradicciones de la vida. Está en condiciones de enfrentar los conflictos con inteligencia.Más de una vez hemos insistido, desde esta columna, sobre la necesidad del diálogo para vivir en sociedad. Pero ¿se puede dialogar sin palabras, sin los signos lingüísticos que lo hacen posible?Siempre es oportuno insistir en la virtud del lenguaje para enriquecer o transformar positivamente a los individuos y a las sociedades, en su cualidad de vehículo para generar entendimiento humano.Recordar la capacidad liberadora de la palabra supone, a la vez, comprender la necesidad de preservarla de la degradación y de los ataques de todo tipo.
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