La pasión piquetera y la noción de orden
Probablemente sea uno de los dilemas institucionales más acuciantes de Argentina: ¿es posible un orden público democrático? ¿O estamos condenados a oscilar entre la ley de la selva y la represión salvaje?Esto dicho a propósito, sobre todo, de la pasión piquetera que aqueja al país desde hace tiempo. Es decir, la generalización de la metodología de la acción directa para protestar.Expresión de lo cual es el corte de calles y rutas, aunque también se han "naturalizado" las usurpaciones de terrenos públicos y privados, los bloqueos a fábricas y las tomas de colegios.La última jornada de protesta de la CTA antikirchnerista incluyó 100 cortes de calles, accesos a autopista y puentes del todo el país, lo que generó serios problemas de tránsito.A todo esto, en el mes de mayo se contabilizaron 238 cortes de vías públicas en todo el país, según informó por El DIA el licenciado Patricio Giusto, miembro de la consultora Diagnóstico Político.La acción directa puede asimilarse al concepto de que "cuanto peor mejor", la táctica pre-revolucionaria voceada por los grupos trotkystas, dirigida a azuzar las contradicciones del sistema, para apurar su derrumbe.Sin negar la influencia de esta praxis ideológica, la pasión piquetera vernácula reconoce una conducta cultural vinculada al desapego a la ley, que conduce de hecho a una situación emparentada con la anarquía.La palabra anarquía proviene del griego y significa "sin dirigente, soberano o gobierno". Es una filosofía política que postula una sociedad sin Estado. Aunque en nuestro caso la usamos para describir una situación donde se da ausencia de poder público.En Argentina toda coacción, aun la legal, es vista como una "represión salvaje". Toda disciplina estatal, de esta forma, es leída como un abuso ilegítimo de los que mandan.En realidad, muchos intelectuales suscriben el diagnóstico según el cual el país ha venido oscilando durante gran parte del siglo XX entre la anarquía y la tiranía, sin hallar el justo medio del orden democrático.Las interrupciones del orden constitucional, protagonizadas por las Fuerzas Armadas, eran justificadas por éstas como acciones que venían a poner "orden" en medio del caos.El concepto de "orden público" por tanto quedó contaminado irremediablemente con un sistema arbitrario, sin garantías para la libertad, en nombre del cual incluso se violaron los derechos humanos.La consecuencia nefasta de esto es que a los argentinos, ya en democracia, nos cuesta conciliar un régimen de libertad con la vigencia del orden público, que es una conquista cultural alcanzada por otras naciones civilizadas.Al perdurar la confusión de orden con "represión salvaje", herencia dramática de los golpes de Estado, hay una tendencia a sustituir la vigencia de las leyes por la "ley de la selva", por la cual cada uno hace lo que quiere.Es decir, en lugar del dominio tiránico de uno solo, se cae en la emergencia de la tiranía de muchos, que lesiona el derecho de otros ciudadanos, consolidando así una democracia a-nómica (sin normas).Debe pensarse que la libertad queda lesionada bajo las dos formas: tanto bajo la ley de la selva, como bajo la bota del tirano. Entre estos dos extremos, entre la anarquía y el despotismo, que en realidad son dos males opuestos, ¿es posible hallar el justo medio del orden democrático?Tras una experiencia histórica de siglos, la humanidad ha llegado a la conclusión que la convivencia humana es posible, sin violencia ni opresión, bajo el imperio del Estado de Derecho.Es en ese marco donde los argentinos deben rescatar la noción de orden público.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios