La pasión posmoderna por la estética corporal
Vivir en esta sociedad "líquida" (porque todo es escurridizo, se escabulle) es elegir la porfía individualista, el placer y la búsqueda de una nueva identidad a través del modelado del cuerpo.Los filósofos de la posmodernidad nos han alertado sobre las preocupaciones narcisistas del hombre contemporáneo, y la implosión consecuente de lo social y político.El egoísmo y la pasión por lo "estético" caracterizan a una generación para la cual la revolución, el infortunio social y la maldición del capitalismo ya no convocan.En todo caso hay un apoyo filantrópico para los hambrientos, y renovadas simpatías por la protección del medio ambiente. Pero sin que ello suponga una esperanza real de cambio.El irónico Jean Baudrillard, profeta de la posmodernidad, decía: "No creo en el movimiento ecológico, pero participo en él".Un signo de los tiempos es vivir puertas para adentro. Este "retorno del individuo" es una búsqueda de felicidad frenética, como reacción ante la caída de lo social como ídolo.La utopía se repliega al mundo privado. Como si se dijera: en lugar de mejorar el mundo, de perfeccionarlo, esculpamos o modelemos nuestras vidas.Se entiende, en este contexto espiritual, que el cuerpo se haya convertido en blanco sobre el cual concentrarse en forma obsesiva. El sacrificio y la dedicación para mejorarlo, ha hecho reingresar lo utópico por la vía de la estética.Pero la idea de la perfección, siguiendo los cánones de belleza en boga, colisiona con los cuerpos naturalmente irregulares, naturalmente imperfectos y diferentes.Los cirujanos plásticos reconocen que muchas veces se buscan transformaciones desmedidas, imposibles de lograr por un medio quirúrgico. Cuando se acerca una mujer de contextura pequeña que quiere tener los pechos de Luciana Salazar, está omitiendo los límites biológicos.La realidad es analógica. Alguna vez se creyó en la reingeniería social, se abrazó la idea de cambiar las estructuras sociales para que emergiera el "superhombre".Hoy la búsqueda de la voluptuosidad excesiva, sin acoplarse al cuerpo real que uno tiene, retoma similar intento utópico, aunque ya no en el plano colectivo sino en el individual.Al hablar de la condición humana, Friedrich Nietzsche afirmaba que "el hombre es algo que debe ser superado, es un puente, no un fin".Renunciar a vivir con el propio cuerpo, y el querer "producirse" para alcanzar otra imagen, la fantasía de renacer de la mano de las tecnologías que promueven otra apariencia, ¿no refleja la idea de la superación de sí, en sentido nietzscheano?Las cirugías plásticas han dejado de ser un lujo. Según informa el diario La Nación, entre el 20 y el 30% de las intervenciones que se realizan son obsequios."Novios, maridos y madres encabezan la lista de regaladores, y entre las prácticas más solicitadas figuran el implante mamario, la rinoplastia y la lipoaspiración", se lee.Según los médicos, las personas acceden al bisturí para reforzar su autoestima. Rasgos tales como una nariz aguileña u orejas grandes, por caso, pueden llevar a una persona a padecer problemas de relación.Si la belleza física siempre ha sido valorada y alabada, parece bastante claro también que en la actualidad ha cobrado una importancia inusitada, y la técnica ha venido en auxilio de ella.En un contexto donde la felicidad está asociada al destino individual, una operación que ayuda a resolver problemas personales tiene connotaciones que van más allá de esa esfera.Habla de la pasión estética de una época que ha hecho un culto a las apariencias.
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