La paternidad en la época posmoderna
La figura del padre (al igual que la de la madre) es universalmente aceptada. Pero hoy la paternidad está atravesada por cambios histórico-culturales, cuya valoración es objeto de controversia.Desde una visión judeo-cristiana, sobre cuya matriz se forjó la cultura Occidental, las sociedades posmodernas se alejan de lo deseable, y se habla básicamente de una deserción importante de esta figura del padre.En enero del año pasado, el representante de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, dijo que ese declive masculino ha generado una "orfandad" preocupante.Según el pontífice, esta ausencia paterna se ha percibido en un primer momento como una "liberación del padre-patrón", del padre autoritario representante de la ley que se impone desde fuera.Esta percepción era legítima desde el momento en que en muchas casas reinó un modelo paternal agobiante para los hijos, cuya libertad era despreciada. Pero el Papa aclara que se ha pasado de un extremo a otro."El problema de nuestros días no parece ser tanto la presencia invasiva de los padres, más bien su ausencia, su evasión", afirmó.Y añadió: "Los padres están algunas veces concentrados en sí mismos y en su propia realización individual, y se olvidan también de la familia. Y dejan solos a los niños y a los jóvenes".En opinión del jefe de la Iglesia Católica, "las desviaciones de los niños y los adolescentes se pueden, en buena parte, deber a esta falta, a la carencia de ejemplos y de guías competentes en su vida de cada día".Pero donde el Papa ve una "crisis" de la paternidad, un enfoque historicista y relativista del fenómeno humano sólo ve un cambio de paradigma a tenor de las mutaciones en las relaciones sociales.La posmodernidad trae consigo cambios sociales y tecnológicos que producen, indefectiblemente, mutaciones en las relaciones de pareja y en las que existen entre padres e hijos.Un nuevo tipo de sociedad más abierta, más libre, menos rígida, más hedonista e individualista, socaba los presupuestos en los que se fundó la familia tradicional y la manera en que se ha expresado la paternidad.Desde este lado, se sostiene que un nuevo arquetipo de padre está generando cambios en la vida familiar y desafiando la noción tradicional de masculinidad. Aquí lo que importa es la corriente histórica, no si las conductas humanas se ajustan a algún patrón fijo y estable de paternidad.En todo caso los cambios, por registrar la marcha de la historia, son positivos en sí mismos y de lo que se trata, de última, es de comprenderlos. Visto en estos términos, se estaría asistiendo no tanto a la emergencia de una sociedad sin padres sino a un mundo sin adultos.Pasaron los tiempos en los cuales se imitaban a los padres y maestros y los jóvenes estaban deseosos de ingresar a la vida adulta. En la posmodernidad, la adultez debe lidiar con un aura de cosa indeseada.La figura del padre ha perdido peso específico, entonces, a partir de la caída de un ideal, el de la adultez, identificado con lo obsoleto, y la exaltación subsecuente de la juventud, expresión de un vitalismo deseado.La llamada "ausencia" o "deserción" paterna estaría conectada además al triunfo de un principio cultural, la igualdad, que ha modificado de raíz los términos en la relación en la pareja y entre padres e hijos.Si la vieja asimetría adulto-niño, padre-hijos ya no rige como antes, se entiende entonces que se resignifique la noción de paternidad
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