La Patria federal parece una utopía
La vida de las provincias depende cada vez más de la caja nacional. Todas han perdido autonomía tras los constantes desequilibrios financieros.Mario Alarcón Muñiz El federalismo es un principio de organización política que nuestros antepasados adoptaron tras prolongadas y cruentas luchas. Las autonomías provinciales sustentaron la idea. Y así las provincias fundaron la Nación Argentina, coincidiendo en el supremo pacto de unidad que es la Constitución Nacional.Nada de esto nos es extraño. Lo aprendimos en la escuela primaria. Sin embargo, durante un siglo y medio -y salvo contadas excepciones- los gobiernos nacionales han avanzado paulatinamente sobre los derechos provinciales hasta debilitarlos de manera preocupante, según lo comentábamos en nuestra nota del domingo pasado a propósito de los fondos de coparticipación.El principio federal se ha dado vuelta. Y lo más grave es que se presenta como muy natural que las provincias dependan económicamente del poder central, cuando la idea básica es inversa. La cuestión tiene sus matices por supuesto discutibles; pero que el sistema imperante no es federal sino unitario, queda demostrado en la realidad a través de los episodios cotidianos. La plata no alcanzaTodas las provincias son deficitarias. Según consultoras privadas -lo indicábamos hace una semana- el rojo global de los estados provinciales en 2012 rondó los 30.000 millones de pesos. Cierto es que ese resultado tiende a reflejar errores de gestión o ineficacia administrativa. Aún admitiendo estas anomalías, probablemente corregibles en cada caso, es evidente que los recursos son insuficientes. La plata no alcanza. O se achican gastos o se mejora la recaudación o ambas cosas, aconsejaría Perogrullo.¿Cuál es el panorama de Entre Ríos? El presupuesto 2013, aprobado hace casi dos meses, contempla gastos superiores a los 22.500 millones de pesos que serán atendidos durante el año con recursos calculados en 21.100 millones. Si la matemática no ha cambiado faltarán 1.400 millones para pagar el funcionamiento del Estado. Y esto termina en deuda. Un futuro complicadoEstá previsto por ley recurrir a la emisión de letras de Tesorería negociables en el mercado financiero a fin de cubrir necesidades de caja. El año pasado la autorización llegó a 500 millones de pesos que en definitiva representan una nueva deuda pública. El miércoles último el gobierno nacional otorgó a Entre Ríos un préstamo de 250 millones de pesos. Para seguir sumando.El presupuesto provincial de este año prevé un endeudamiento de 1.992 millones que desde luego se agregará a la deuda conocida. Hace poco más de un año, el ministro Valiero reconoció una deuda consolidada de 4.040 millones, estimándose entonces la deuda flotante en algo menos de 2.000 millones.Lo interesante desde el mangrullo federal es que de esos 4.040 millones, más de la mitad corresponde al endeudamiento con el Estado nacional: 2.321 millones de pesos. Y conviene tomar el asunto con seriedad porque el presente es el último año de gracia del compromiso firmado por segunda vez en diciembre de 2011. El próximo enero hay que empezar a pagarle a la Nación. Si bien la exigencia no asfixia porque las cuotas se extienden hasta 2030, se trata de una obligación inmodificable, mal denominada "plan de desendeudamiento" cuando en rigor es un plan de refinanciación porque la deuda no disminuye. Resultados a la vistaEstos desequilibrios y endeudamientos responden de manera primordial a la absorción de recursos provinciales por parte del Estado nacional. Es decir, la ejecución de una política unitaria. Desde que Menem y Cavallo en 1992 -con el aplauso entusiasta de varios actuales gobernadores, legisladores y funcionarios por entonces menemistas- les trampearon a las provincias el 15% de coparticipación, hasta hoy, Entre Ríos dejó de percibir por esa causa no menos de 6.600 millones de pesos en total. Es curiosa la similitud de esa cifra con el monto de la deuda provincial. Puede suponerse con bastante lógica que de no haber mediado aquél recorte que aún continúa, la Provincia no tendría deudas. La soja salvadoraLos últimos años han agregado otro motivo de polémica: el denominado Fondo Federal de la Soja (FFS). Lo estableció la Presidenta en marzo de 2009. Consiste en distribuir a las provincias y municipios el 30% de las retenciones por exportación de la oleaginosa. A primera vista parece simpática le medida, hasta enterarnos que el año pasado con una cosecha entrerriana de 2.660.000 toneladas de soja (inferior a la esperada) esta provincia aportó unos 2.200 millones de pesos sólo por retenciones. Se calcula -pues no hay información oficial- que el FFS liquidó a la Provincia algo más de 300 millones. A Santa Fe le ocurrió algo parecido. Las retenciones de su soja sumaron 5.400 millones para recibir apenas 640 millones.Las provincias que cultivan menos o nada, tienen más suerte. Tucumán -reveló el diario La Gaceta- percibió por el FFS el año pasado 337 millones, un 26% más que en 2011. Una maravilla la soja, según el gobernador Alperovich.Es de esperar que la venidera cosecha ayude a mejorar los números. Por lo que se sabe, enero fue el peor mes en cuatro años, desde que se implantó el FFS. Así lo consignó esta semana la consultora Economía y Regiones al informar que el gobierno nacional sólo distribuyó en el mes entre todas las provincias 199 millones de pesos de ese fondo, es decir la mitad de lo que repartió igual mes del año pasado.Así vamos mal. Con una coparticipación reducida el último año al 26,1%, (30 puntos menos del 56,66% que fija la ley 23548) y una distribución caprichosa e inequitativa del FFS, entre otras falencias de similar orientación, la Patria federal está tomando forma de utopía.
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