EDITORIAL
La pérdida de interés en la vida: mal de época
La "enfermedad de las ganas" -como la llaman algunos- es un mal de época. En la psiquiatría moderna, la depresión es conceptualizada como un "trastorno del estado de ánimo", que afecta a las personas de cualquier edad.
Cada vez más gente llega a los consultorios de los especialistas en salud mental con síntomas emocionales de angustia, apatía o desgano, y que se ajustan al cuadro clínico de la depresión. Es tal la cantidad de casos, tal la dimensión y caladura que está adquiriendo esta problemática, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera esta enfermedad mental como el “flagelo de este siglo”. Se calcula que la depresión afecta actualmente a más de 300 millones de personas en todo el mundo y algunos estudios advierten que en 2020 podría ser la primera causa de discapacidad Esta afección se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. Según la OMS, puede llegar a hacerse crónica o recurrente y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio, aunque “si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, o bien puede requerir medicamentos y psicoterapia profesional cuando tiene carácter moderado o grave”. Según un reciente estudio hecho por el doctor John Leach de la Universidad de Portsmouth en Reino Unido, es completamente posible y real que la pérdida de interés por la vida conduzca a la muerte. El estudio reconoce y estudia un fenómeno conocido con el término anglosajón “give-up-itis” que podría traducirse como “abandonitis” y se refiere a una conducta que lleva al individuo a tener una “muerte sicógena”. Con la investigación, se identificaron cinco etapas de deterioro psicológico que llevan a este tipo de muerte. Primero el “aislamiento”, una etapa marcada por el rechazo a toda compañía. En la “apatía”, además de la ausencia de interés por realizar actividades cotidianas, afecta a la persona la melancolía y la falta de energía, al punto que suele de dejar hacer cosas como asearse o alimentarse. Otra fase es la “falta de voluntad”, caracterizada porque desaparece la motivación de hacer cualquier cosa, al tiempo que el individuo llega a perder incluso la intención de comunicarse. En la otra etapa, la persona continúa estando consciente, pero no responde de forma voluntaria a estímulos, ni siquiera al dolor. Aquí el desinterés podría llegar a un punto en el cual la persona directamente deja de preocuparse por necesidades fisiológicas como ir al baño. Finalmente la persona se abandona por completo hasta que sobrevenga la llamada “muerte sicógena”, según la descripción realizada por el doctor John Leach. La depresión puede convertirse en un problema de salud pública serio. Eso piensa el médico psiquiatra y psicoterapeuta Miguel Ekizian, quien alertó que “se espera que para 2020 la depresión sea padecida por más personas que las que sufren todas las enfermedades cardiovasculares juntas y se convierta en la primera causa de discapacidad a nivel mundial”. Según los expertos el origen de la depresión es multicausal. Su abordaje integral supone entender al hombre como cuerpo, mente y espíritu en situación, es decir en interacción con el medio ambiente social y cultural.
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