La polémica sobre el desarrollo sustentable
¿Es posible que el desarrollo económico se amigue con el sistema ecológico? ¿Cómo se hace para que el consumo de recursos crecientes no lleve a la naturaleza al colapso?Estos interrogantes son propios de la actual civilización técnica. Frente al dilema, parafraseando a Umberto Eco, hay dos corrientes de opinión: los integrados y los apocalípticos.Al analizar la cultura emergente de los medios de comunicación social, el semiólogo italiano reconoció estas dos actitudes frente al fenómeno: aquellos que celebraban la cultura de masas, y los que la impugnaban aduciendo decadencia sin retorno.Análogamente, se diría que se repite esta dialéctica antagónica ante la cuestión de la compatibilidad o no del actual modelo tecno-económico con su entorno natural.Los integrados sostienen que mientras haya hombres, habrá huella ecológica. Y de hecho esto es parte del despliegue humano en el mundo, dicen. ¿Qué se contamina más de le cuenta?Es probable, se contesta. Pero no todo tiene que ser tan grave. En todo caso, habrá que ir haciendo ajustes sobre la marcha, haciendo que el sistema económico, sobre todo, incorpore la naturaleza en su ecuación.El concepto de "desarrollo sustentable", divulgado por los voceros de la industria y del establishment económico mundial, resume esta postura según la cual es posible "integrar" en un mismo combo la actual economía y el ecosistema.De hecho, se habla del impulso de "empleos verdes" como sustitutos de aquellas actividades económicas tradicionalmente contaminantes. Hay un mercado global emergente de productos y servicios ambientales que está en auge.Aquí se incluyen empleos ligados a la producción de energías renovables, de reciclado de desechos, de gestión de servicios sanitarios, de construcción de viviendas que incluyen un diseño de ahorro energético, de cuidado directo de las áreas protegidas naturales, entre otros.Del otro lado, haciendo del pesimismo una actitud militante, está el partido de los apocalípticos, para quienes existe una incompatibilidad radical entre la dinámica económica actual y la base ecológica.Son los que preanuncian que la catástrofe es ineluctable e inminente. En este sector cabría incluir a Claudio Campagna, médico y biólogo, investigador del Conicet, autor del libro "Diario del hombre que piensa el agua".En un reciente artículo, Campagna despotricó contra el concepto de "desarrollo sustentable", diciendo que es un fetiche inventado por los lobbystas del sistema capitalista, para seguir haciendo de las suyas.Detrás de dicho concepto, argumenta, late el pensamiento mágico según el cual es posible seguir gastando más de los que los sistemas ecológicos toleran, sin consecuencia alguna para la vida del planeta.Es interesante seguir su razonamiento. "Hay dos certezas que marcan el futuro del planeta: la población humana seguirá aumentando y el consumo de recursos se acelerará aún más rápidamente que la población (...) Estas tendencias son firmes, excepto que una megacatástrofe genere un mundo irreconocible y más problemático aún", escribió."¿Es posible creer que la mayor amenaza que se ha conocido, la crisis de la biodiversidad, se detiene con un adjetivo?", dijo aludiendo a la palabra "sustentable".En la práctica, según Campagna, todo se trata de una excusa para justificar la "huella eterna", para seguir ignorando los "daños colaterales" del crecimiento de la economía, para tranquilizar la conciencia de una población lanzada al consumo ilimitado.Más allá de la veracidad de las posiciones, difícil no mezclarse en este debate global que hace a la supervivencia de la actual civilización.
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