La política argentina necesita un jesuita
Francisco, argentino, Papa y jesuita, un sinnúmero de atributos emblemáticos, históricos y representativos que todavía no nos permite poner en valor su real dimensión en tiempo y espacio y su verdadera importancia. Por Dr. Raúl ArellanoOpinión La historia de los jesuitas en América va mucho más allá de una civilización más que desembarcó por estas tierras. El legado que dejaron tanto en la faz económica como en lo político y social todavía tiene plena vigencia y constituye un modelo de gestión social a imitar. San Ignacio de Loyola jamás imaginó que su filosofía de vida, su doctrina y su compromiso social, resultaran tan trascendentes.La clase política argentina pareciera más complacida en fundar incesantemente nuevos partidos antes que crear algunas buenas ideas. Esta contra-cultura no es buena y denota una patología compleja y contradictoria; casi de diván.Incubamos, consciente o inconscientemente; una cultura autoritaria y maniqueísta que permite poblar cárceles, vaciar escuelas y algunos resentimientos.El pensamiento único puesto de manifiesto en algunas ofertas políticas vacía de contenido a los partidos que adhieren e integran el sistema democrático. Historia argentinaA la luz de nuestra historia los jesuitas han acreditado sistemáticamente algunas consignas; tienen muy en claro su misión, una despreocupación de éxitos mundanos y terrenales, un sentido del orden y la disciplina estrictos, una devoción casi sagrada por la educación y la cultura, un respeto por el prójimo y lo humanístico y una actitud visceral para el dialogo y el consenso.¿Una visión progre para aquellos tiempos quizás?Me cuesta hacer memoria y considerar que las propuestas de las distintas ofertas políticas mediáticas; en un año electoral; se aproximen siquiera al modelo jesuita en algún sentido.Como parte de un proceso de cambio considerar y poner en práctica algunos credos, conductas y procedimientos no resultaría una mala idea. Sería interesante ver incluido en las plataformas de los partidos políticos que se debaten por una cuota de poder un toque de distinción jesuita.No me cabe duda que sería una estrategia exitosa de cara a próximas elecciones y considerando las expectativas del mercado electoral harto de promesas incumplidas, de ideas poco creativas y de un gatopardismo exagerado.Revisar el orden político y social diagramado por los jesuitas y el sentido práctico de la economía en función de un desarrollo social y humano resulta una tarea poco menos que imprescindible en términos políticos.Los dirigentes decadentes resultan inconfundibles porque no aspiran a trasformarse sino a perdurar, no tienen principios tienen estrategias, no tienen creencias tienen intereses.No se puede liderar ningún proceso sin capacidad de gestión, representatividad y legitimidad.Que Dios ilumine a los ganadores y extienda un manto de misericordia al resto; para así poder entender que un futuro esperanzado es posible. La Compañía de Jesús lo hizo posible hace trescientos años atrás en condiciones muy adversas.¿Por qué no intentamos entre todos una nueva realidad, más solidaria y comprometida?Estamos a tiempo; si entendemos que ser mejor vale mucho más que estar mejor.Definitivamente, todo pueblo no tiene el gobierno que se merece; sino que se le parece.
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