EDITORIAL
La posmodernidad redefine los conceptos funerarios
Los entierros y las ceremonias que se hacen en honor de los difuntos han cambiado con las épocas y las sociedades. La posmodernidad impone también su estilo a la experiencia del fin de la vida.
Así como en todo el mundo existe una tendencia a convertir a los cementerios tradicionales en “museos a cielo abierto”, resignificando patrimonialmente a estos enclaves, hay paralelamente una reinvención de los servicios funerarios, según un patrón posmoderno. El diario The New York Times, por ejemplo, nos anoticia que en un bosque al sur de Silicon Valley, la nueva empresa emergente, Better Place Forests, está comprando bosques con propósito funerarios. La firma solicita permisos para que el terreno nunca pueda ser usado para desarrollos, y luego le vende a la gente el derecho a que sus restos incinerados sean mezclados con fertilizantes y usados como alimento para un árbol específico. La idea de convertir a los árboles en las nuevas tumbas refleja la moda “ecofuneraria”, que promueve en todo el mundo los cementerios naturales, los cuales se basan en el precepto atemporal de “tierra a la tierra”. El ecologismo o el “pensamiento verde”, como se sabe, es una de las ideologías más fuertes de la posmodernidad y es lógico, en este sentido, que esté detrás del rediseño de los estilos funerarios. Al parecer los “entierros verdes” son una tendencia en constante crecimiento, un verdadero “nicho” para los negocios de capitalistas que buscan diversificar sus inversiones a partir de una nueva demanda funeraria. “Serán parte del bosque, pero también parte de crear el bosque”, dijo Sandy Gibson, director ejecutivo de Better Place. “A la gente le encanta eso”, aseguró al especificar que su empresa busca “rediseñar la experiencia del fin de la vida”. Según el concepto del nuevo negocio emergente, cerca del árbol en cuestión se instalará una pequeña placa que será la lápida. Además de mezclar las cenizas con la tierra, y poner una placa para recordar a la persona fallecida, se permite que sus cenizas sean depositadas en su árbol en compañía de las de sus mascotas muertas. También está previsto un elemento tecnológico al estilo Silicon Valley: por una cuota adicional los clientes pueden hacer videos digitales. Al caminar por el bosque los visitantes podrán escanear un código de la placa-lápida para ver un retrato digital de doce minutos de la persona fallecida, mientras habla de su vida. Los cementerios verdes son un invento de los países anglosajones de principio de la década del ’90. Se los vio como una manera de que el hombre volviera a sus orígenes. El entierro directo al suelo, por otro lado, es el modo como la humanidad ha despedido a sus seres queridos desde hace miles de años. En esa misma época, además, había mucha especulación con los paisajes naturales y los ambientalistas buscaban formas de conservar algunas de estas áreas naturales clave para la biodiversidad. Ahora, la idea de que los cuerpos sin vida se conviertan en árboles –apoteosis del ecologismo hegemónico- prefigura los cementerios del futuro, según los analistas. Aunque no es posible elegir cómo morirse, al menos el entierro puede hacerse de manera respetuosa con el medio ambiente, dentro de la ideología de la Madre Tierra, la nueva deidad de las jóvenes generaciones.
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