CUENTA REGRESIVA A LAS ELECCIONES
La pregunta que la oposición no se hace: ¿para qué volvemos?
Hay una pregunta que sobrevuela a la oposición y todavía no tiene respuesta. ¿Para qué quieren volver? ¿Qué están dispuestos a hacer? ¿Aprendieron de los errores? Son interrogantes que se esquivan porque nadie quiere mostrar sus cartas. Sería importante que lo hicieran.
Por Jorge Barroetaveña
En Juntos por el Cambio corren el riesgo de cometer los mismos errores del pasado sino los marcan a fuego para capitalizarlos. En su autocrítica del fracaso económico, Macri admitió que subestimó la situación que heredó y pensó que, con el sólo cambio de gobierno alcanzaría para activar muchas cosas. La famosa ‘lluvia de inversiones’ que prometió en campaña nunca llegó, no por su cara o porque no le creyeran, sino porque lo que hizo no alcanzó para convencer a nadie.
Argentina arrastra décadas de incumplimientos, violaciones a las leyes y cambios de reglas de juego. ¿Qué hacía pensar que sólo con el cambio de nombres podía alcanzar? Hoy, a poco más de un año de otro proceso electoral presidencial, el principal riesgo que enfrenta la oposición es creer que ya ganó y que con eso sólo puede alcanzar.
La cuestión es hasta dónde los referentes o potenciales candidatos están dispuestos a llegar. El escenario es vario pinto. En el PRO se pelean como en cualquier partido tradicional. Larreta, el favorito, es un blanco móvil fácil de impactar para cualquiera. Expone además su gestión en la Ciudad de Buenos Aires y deja agujeros por todos lados. Su estilo dialoguista y de consensos tampoco contribuye porque se enfrenta a la siempre rendidora grieta. Tiene que lidiar todos los días con los piqueteros cortando calles y el kirchnerismo que lo espera en cada esquina. Algunas cosas son sutiles. Otras, más burdas, como el recorte de los fondos de coparticipación. Por ahora va surfeando la ola pero en algún momento tendrá que empezar a dar definiciones.
Patricia Bullrich, de los halcones, quiere enfrentarlo. Coquetea con el electorado duro del PRO y Juntos y con su parecido con Mauricio Macri, más allá que no tiene la bendición concreta del jefe. Lo corre a Larreta por derecha en temas de seguridad y es de las que afirma que a Milei no hay que dejarlo suelto. María Eugenia Vidal también tiene ganas, aunque lo suyo es más precario. Va a salir a recorrer el país y esperará el veredicto de las encuestas. Y está Macri, ahí, como un fantasma. Su voz pesa en la oposición y tiene predicamento en muchos sectores de la sociedad. Que le alcance para volver es otra historia. Como Cristina casi. Pero, siempre hay un pero, Cristina encontró la fórmula para volver. ¿Por qué no habría de hacerlo Macri entonces?
Los radicales tienen su propio rollo. Revitalizados por las PASO del año pasado, asoman con Facundo Manes, Gerardo Morales, Martín Lousteau y Alfredo Cornejo. No son todos iguales claro. Manes hizo una gran elección en provincia y sostiene que sólo desde la Presidencia se pueden cambiar las cosas. Lousteau luce más atraído hoy por la Ciudad de Buenos Aires. Morales quiere pelear, tiene perfil combativo pero es gobierno. Y Cornejo tiene buena relación con Macri, lo que no se sabe si es un crédito o un débito. Sobre todos ellos se yergue otro fantasma, el de Milei, que tuvo varios tropiezos en las últimas semanas. Todo indica que el economista se apuró en lanzar su candidatura presidencial. Este tiempo lo desgastará y expondrá a errores innecesarios. Y están ocurriendo las dos cosas. También es cierto que se trata de un caso especial: Milei tiene que armar una estructura de la que carece y para eso sólo hace falta tiempo. Y no meter la pata seguido. Claro que cuenta con la colaboración inestimable de Carrió y sus calificativos descalificativos. La líder de la Coalición Cívica le hace un favor con las cosas que dice. Pero Carrió es sólo fiel a sí misma y no mide las consecuencias.
La duda que persiste es para qué quieren volver. Es cierto que en el período 2015-2019 Cambiemos no tuvo mayoría en el Parlamento, pero contó con aliados claves, como Massa, en los dos primeros años. Gobernó los dos distritos más grandes del país, y contó con un respaldo popular de medio término grande. Pero desperdició la oportunidad y no hizo lo que tenía que hacer. Los estadistas alcanzan la condición de tales cuando hacen cosas impopulares. Ninguno de los grandes nombres de la historia tuvieron una trayectoria siempre ascendente. Subieron y bajaron pero se atrevieron a mostrarle a sus sociedades cuál era el camino. Por más doloroso que fuera. En Argentina, los políticos, se acostumbraron a mentir. Alguna vez, hace mucho, existió alguien llamado José de San Martín. Teniendo todo el poder a su alcance, decidió que lo mejor, para su patria, era dar un paso al costado. Le costó el exilio eterno. El tiempo puso todo en su lugar. Necesitamos más gestos como el de San Martin pero para eso hay que querer a la patria.