
La Presidenta empezó a dar las primeras señales. No sólo que piensa con seriedad en ir por su reelección sino en una modificación de las formas o hasta en un cambio de rumbo que le asegure consolidar su repunte en las encuestas. En nombre de Néstor todo, pero cómo lo hacía Néstor, difícil.Por Jorge Barroetaveña El cambio empezó a insinuarse hace diez días, cuando la Presidenta recibió en Olivos a Hugo Moyano. La charla, la primera que mantuvieron desde la muerte de Néstor Kirchner, fue a calzón quitado y la primera mandataria llevó las riendas. Fue clara y concreta: le pidió a Moyano racionalidad en los reclamos salariales, menos cortes y bloqueos y que se avenga a negociar con Scioli y los intendentes de la Provincia de Buenos Aires. Sin esto, cuentan le dijo la Presidenta, será imposible que pueda convivir con el peronismo bonaerense y muchos menos domesticarlo a sus ambiciones.Casi como una caricia ante tanto límite, le pidió que la acompañara al cierre de la reunión anual de la UIA (Unión Industrial Argentina). El líder camionero, que no estaba invitado al encuentro, entró junto con Cristina y compartió el VIP con los empresarios. En ese mundo justamente, se tomó su presencia, como un gesto de acercamiento, buscando descomprimir las tensas relaciones que mantienen con el gobierno desde hace tiempo. En su discurso, la Presidenta optó por no responder ninguna crítica empresarial y sí por relanzar el famoso pacto social, entre los tres sectores, estado, privados y trabajadores, con el objetivo claro de evitar desbordes inflacionarios o salariales el año que viene, justo cuando se resuelve quién debe seguir o será el nuevo habitante de la Casa Rosada.Pero Cristina se guardó un as en la manga. Su referencia, un par de días después, a la modificación de la Ley de ART para evitar la industria del juicio laboral, fue música en el oído de la central industrial y el indicio, más contundente, del cambio de estilo. Pero los primeros pasos de la Presidenta al parecer siguen encaminados en ese sentido. Escuchando un viejo reclamo de los gobernadores que piden no hacer olas, ahora que las encuestas dan mejor, optó por disminuir el nivel críticas, de hecho no hubo casi referencia a los medios en sus últimos discursos. El acercamiento, disimulado a través de un convenio de cooperación para reformar el INDEC, con el vilipendiado FMI, es otra señal insoslayable. En la Casa Rosada saben que para concretar un acuerdo con el Club de París es necesario emitir algún mensaje con el Fondo Monetario. Qué mejor entonces que la postergada reformulación del INDEC con el asesoramiento del organismo multilateral. En esto al menos hay algo seguro: Kirchner jamás lo hubiera aceptado.Con las modificaciones de forma y no tanto de fondo que la Presidenta planea para su gobierno, los operadores dieron rienda suelta a los candidatos para acompañarla el año que viene. En punta largaron Juan Schiaretti, el gobernador de Córdoba y el de San Juan José Luis Gioja. Más atrás tienen alguna chance el chaqueño Capitanich y el salteño Urtubey. Lo del cordobés parece lo más firme. El gobierno necesita como el agua de los votos de la pampa húmeda y en Córdoba hizo la peor performance en las últimas elecciones. La propia Cristina salió tercera en el 2.007 y los ignotos candidatos kirchneristas salieron quintos el año pasado.En vida, Néstor había llegado a un acuerdo con José Manuel De la Sota, el eterno caudillo mediterráneo que se postula otra vez para ser gobernador. Schiaretti calza justo en el rompecabezas y sería ideal para traccionar votos en una provincia históricamente díscola para el gobierno. De todas maneras, no habría definiciones hasta bien entrado el 2.011. ¿Alguien puede animarse a enfrentar a Cristina en sus deseos de ser reelecta? No, ni Scioli podría hacerlo, salvo que ella quiera dar un paso al costado. Con viento de cola político y económico, imaginar otro escenario sería impensado.Mientras Cristina avanza en su proyecto reeleccionista, limando los bordes ásperos del modelo, que le granjean la tirria de vastos sectores de clase media, la oposición sigue buscando su destino que, a esta altura, luce difuso. Por si algo le faltaba a la caldeada interna radical, Ernesto Sanz, titular del partido, más que insinuó su postulación a la presidencia, provocando el inmediato enojo de Alfonsín y Cobos. A Sanz candidato le sobra fundamento, pero le falta conocimiento en el seno de la sociedad. Si la pretensión de Sanz es erigirse en el punto medio de los otros dos candidatos, le espera una ardua tarea para instalarse. La oportunidad que eligió no pareció la mejor, despertando viejos recelos y cimbronazos internos que poco ayudan a la UCR. En el Peronismo Federal el panorama no es menos tétrico. Golpeados por la ausencia de la principal referencia a la que se enfrentaban, no pueden hilvanar todavía un discurso común, superador de lo que venían planteando. Sumado al portazo que pegó Reutemann, que sigue siendo un enigma, la incertidumbre se acrecienta. Nadie hubiera pensado, hace un par de meses, que la oposición seguiría tan desdibujada. Aunque su performance en el Congreso de la Nación fue el indicio más elocuente. Desperdigada, e incapaz de coordinar posturas cometieron el único que no podían darse el lujo de cometer: no aprobar el presupuesto. Es que la ausencia de la norma fundamental es el mejor regalo que pudo haber recibido la Presidenta de fin de año. Dispondrá de un presupuesto reconducido y podrá gastar, sin autorización parlamentaria, utilizando sólo la vía del decreto.Plantear otros escenarios es saludable. Plantear otras alternativas también. Pero hay que saber cómo llevarlas a la práctica. La nada es la peor de las ausencias. Y la oposición hasta ahora ha sido eso: la nada.