La primavera árabe vira hacia la violencia
La oleada popular que volteó a regímenes autocráticos en Medio Oriente, conocida como "primavera árabe", en lugar de consolidar democracias más tolerantes, está girando peligrosamente hacia el caos y la guerra civil.La caída de los regímenes dictatoriales enquistados desde el final de la época del colonialismo, no está trayendo la libertad deseada, ni mucho menos las reformas que esperaban millones de hombres comunes, como trabajo, alimentos, salud y seguridad.Se ha desatado una lucha despiadada por el poder entre distintas facciones y hoy aquellos países donde tuvo lugar la insurgencia política están sufriendo el desgobierno y las matanzas fratricidas.En Egipto, donde el primer presidente democrático, Mohammed Morsi, fue depuesto por un golpe militar, vienen ocurriendo violentos choques armados, en un contexto de polarización social y parálisis económica.La prensa internacional acaba de informar que en un solo día murieron 278 personas y más de 2000 resultaron heridas. La violencia deja al mayor país árabe al borde de la guerra civil, una situación que agrava aún más a una región en llamas.La violencia extrema viene despedazando hace tiempo a Siria, donde la guerra civil es ya una tragedia humanitaria. Aquí las muertes se cuentan entre cientos de miles, en tanto los desplazados y los que han abandonado el país en millones de personas.Libia sigue sumida en el extremismo islamista y la anarquía de sangre, casi dos años después del asesinato de su caudillo, el coronel Muammar Khadafy. En Túnez, donde empezó la "primavera árabe", la inestabilidad política presagia lo peor.Las flores de esa supuesta primavera se están marchitando, porque los partidarios de la razón y la paz, que aspiran a un orden de libertad y progreso, pierden predicamento a manos de los radicales fanáticos, que crecen en la belicosidad.Los historiadores políticos ven cierta lógica en lo que está ocurriendo. Creen que la convulsión que sacude a los países árabes es comprensible, después que se dejan atrás largos y represivos regímenes autocráticos.Estas transiciones, como se dieron en otras latitudes en el pasado, son dolorosas. Por ejemplo, la crisis y caída de los regímenes comunistas, en la década de 1990, también fue cruenta.Se vio en la desintegración de Yugoslavia, un país satélite de la Unión Soviética, gobernado con mano fuerte por Josip Broz Tito. Al caer ese poder totalitario, se desataron odios raciales internos.Los grupos étnicos que estaban bajo el yugo comunista -serbios, croatas y musulmanes- lucharon por la constitución de entidades territoriales étnicamente homogéneos. El conflicto de los Balcanes, así, causó unos 200.000 muertos y 2.000.000 de refugiados.Algo parecido estaría produciéndose en Medio Oriente, tras la caída de las dictaduras. "El antiguo orden regional ha desaparecido. El nuevo orden está siendo escrito con sangre y llevará mucho tiempo", sostiene Sarkis Nahum, analista político del periódico libanés An Vahar.Las luchas intestinas se dan entre grupos organizados dentro de un mismo país, aunque se suele dar el caso de que éstos reciban el apoyo militar y logístico de otros grupos fuera del territorio o de estados extranjeros.El objetivo de al menos uno de los contendientes es tomar el control del país y la región, por ejemplo para cambiar la política del gobierno. En las guerras civiles las pérdidas tanto humanas como materiales suelen ser significativas.
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