La querella peninsular por la corrida de toros
Los animalistas y ecologistas están ganando una batalla legislativa contra la "fiesta nacional" de España, en medio de un debate caliente que divide a la sociedad peninsular.La fiesta de los toros, una tradición con más de cuatro siglos de antigüedad, está tambaleando ante la militancia de aquellos que ven a las corridas como una "tortura" hacia el animal.La región catalana, que fue cuna de la fiesta, acaba de prohibirla repitiendo una conducta asumida por Canarias en 1991. La decisión del Parlamento Catalán, desató ya un feroz debate social y político en la sociedad española.Los defensores y detractores de la fiesta han iniciado una querella que promete llegar a las Cortes Generales españolas. Los partidarios del evento taurino dicen que es un "signo de identidad español", que además mueve un sector importante de la economía.Los abolicionistas, en tanto, consideran repugnante y alevoso ese espectáculo que se regodea, según esta óptica, en el sufrimiento propinado al toro.Los principales líderes políticos del país no han podido eludir definirse sobre el asunto. Curiosamente, tanto Mariano Rajoy, del Partido Popular, como José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista, se han mostrado partidarios de la fiesta taurina.Resulta que un argentino, el rosarino Leonardo Anselmi, que vive en España desde 2002, es uno de los principales impulsores de la movida contra las corridas.Él es el vocero de Prou! (basta, en catalán), la plataforma legislativa presentada en el Parlamento Catalán, que finalmente fue aprobada. Anselmi, quien se declara animalista, ecologista, y vegetariano, lidera una asociación que denuncia el maltrato a los animales."La defensa de los animales no tiene fronteras, el sufrimiento no tiene fronteras, los toros no lloran en ningún idioma", declaró el argentino, al justificar su propósito."Nuestro interés es mucho más amplio, global: reconciliarnos con la naturaleza y mantener una línea de respeto hacia todos los animales. No podemos pretender que las nuevas generaciones cuiden el agua, el aire, el mundo mineral, si no les enseñamos, también, a proteger el mundo animal", dijo.Mientras en la madre Patria discuten qué hacer con las corridas de toros, se sabe que en el Río de la Plata esta práctica dejó de existir hace más de cien años. En estas tierras virreinales las primeras corridas se realizaron a comienzo del siglo XVII.Cuenta la historia que en Buenos Aires uno de los pasatiempos preferidos, allá por 1810, era concurrir a la plaza de toros que se levantaba en la zona de Retiro, una fiesta a la que asistían ricos y pobres.En 1791 el virrey Arredondeo había inaugurado una pequeña plaza de toros en Monserrat, con capacidad para unas 2.000 personas. Pero fue quedando chica, así que fue demolida y se construyó otra en Retiro para 10.000 personas.Hay que pensar que la ciudad de Buenos Aires contaba por entonces con unos 40.000 habitantes, con lo cual se infiere que la lidia taurina habría generado tanta pasión como hoy el fútbol.Sin embargo, el interés por las corridas fue decayendo paulatinamente. En 1822 el gobernador Martín Rodríguez prohibió su realización sin el permiso policial, que sólo podía autorizar la lidia de animales descornados.Se cree que esta disposición, que le quitó al espectáculo el estimulante del riesgo mortal, alejó a los aficionados. La última corrida de toros se realizó "a beneficio" en 1899, ocho años después del dictado de la Ley N°2.786, de protección de animales.Aunque en Argentina desaparecieron las corridas, no ocurre lo mismo en México (ex virreinato), donde la tradición taurina es muy fuerte.
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