La quiebra de la actividad tambera
La lechería argentina atraviesa uno de sus peores momentos históricos. Con tambos en liquidación (se cierran 3 por día) y una caída estrepitosa de la producción, el país podría verse obligado a importar leche.
Los productores argentinos muestran un gran desaliento porque los precios de sus productos no son remunerativos, frente a costos que crecen constantemente. De ahí que se apresten a protestar este jueves.
El reclamo consistirá en hacer una masiva liquidación de vacas lecheras en Liniers, algunas preñadas, para ser transformadas en carne para le venta. Y esto con el objetivo de demostrar en un día lo que ocurre habitualmente en los remates zonales.
"Todos los días se liquidan vacas lecheras", señaló el presidente de la Asociación de Productores de Leche, Raúl Catta, al explicar cómo se está cerrando la fábrica de producción de leche del país.Un tambo tiene una dotación de 120 vacas. Por lo tanto, si son enviadas 1.000 vacas al matadero (Liniers), eso equivale a cerrar 9 tambos, explicó el empresario.De hecho, los números del sector arrojan que en Argentina se cierran 3 tambos por día. Por eso la producción láctea cayó en 2 millones de litros diarios en los últimos meses, afirmó Catta.Y advirtió que si hay otra baja del 15%, será necesario importar leche. En realidad es una perspectiva que acecha a otras producciones primarias, como la carne y el trigo.
Argentina ha sido históricamente uno de los mayores productores mundiales de leche y cuenta con las condiciones ideales para seguir teniendo un rol protagónico. Pero las políticas gubernamentales, sobre todo en el último tiempo, han sido nefastas.
La caída de establecimientos lecheros se ha profundizado en un contexto donde el campo argentino ha perdido diversidad productiva en beneficio del monocultivo de la soja. Según CRA, la falta de una política oficial a favor de la producción "ya destruyó 5.000 tambos desde 2003, o sea un tercio de los 15.500 establecimientos que existían en aquel momento, con la pérdida de miles de puestos de trabajo directos e indirectos".
El problema central es que los productores argentinos reciben un valor de quebranto por su producción (que en dólares es menor por litro de leche que sus pares brasileros y australianos), en un contexto de control de precios.
Los tamberos reclaman un precio de por lo menos 1,5 peso el litro de leche en tranquera (hoy cobran entre 70 y 80 centavos). Lo curioso es que los consumidores pagan casi 3 pesos el litro de leche, similar a lo que abona un europeo.
Es decir, la política de control de precio del gobierno -dirigida según la retórica oficial a preservar la "mesa de los argentinos"- estaría fracasando estrepitosamente. Por un lado los productores se funden -y peligra la producción de leche a futuro- mientras los consumidores pagan cara la leche. Y lo más absurdo es que el Estado encima subsidia la cadena láctea.
El gobierno ha intentado atenuar el impacto de los precios otorgando compensaciones a productores y a la industria. Pero del total de compensaciones otorgadas, el 77% fue hacia la industria, y sólo el 23% se orientó a los productores.
Según Catta, "los consumidores pagan casi 3 pesos el litro de leche, un precio como el europeo, por lo tanto respaldan con su compra en góndolas que el tambero pueda percibir el costo de producción (1peso por litro) y obtener rentabilidad para no cerrar".
Lamentablemente, el intríngulis político que vive la Argentina ha postergado la resolución de este problema productivo que hace a la viabilidad de un sector dinámico de la economía del país y del interior profundo.
Los productores argentinos muestran un gran desaliento porque los precios de sus productos no son remunerativos, frente a costos que crecen constantemente. De ahí que se apresten a protestar este jueves.
El reclamo consistirá en hacer una masiva liquidación de vacas lecheras en Liniers, algunas preñadas, para ser transformadas en carne para le venta. Y esto con el objetivo de demostrar en un día lo que ocurre habitualmente en los remates zonales.
"Todos los días se liquidan vacas lecheras", señaló el presidente de la Asociación de Productores de Leche, Raúl Catta, al explicar cómo se está cerrando la fábrica de producción de leche del país.Un tambo tiene una dotación de 120 vacas. Por lo tanto, si son enviadas 1.000 vacas al matadero (Liniers), eso equivale a cerrar 9 tambos, explicó el empresario.De hecho, los números del sector arrojan que en Argentina se cierran 3 tambos por día. Por eso la producción láctea cayó en 2 millones de litros diarios en los últimos meses, afirmó Catta.Y advirtió que si hay otra baja del 15%, será necesario importar leche. En realidad es una perspectiva que acecha a otras producciones primarias, como la carne y el trigo.
Argentina ha sido históricamente uno de los mayores productores mundiales de leche y cuenta con las condiciones ideales para seguir teniendo un rol protagónico. Pero las políticas gubernamentales, sobre todo en el último tiempo, han sido nefastas.
La caída de establecimientos lecheros se ha profundizado en un contexto donde el campo argentino ha perdido diversidad productiva en beneficio del monocultivo de la soja. Según CRA, la falta de una política oficial a favor de la producción "ya destruyó 5.000 tambos desde 2003, o sea un tercio de los 15.500 establecimientos que existían en aquel momento, con la pérdida de miles de puestos de trabajo directos e indirectos".
El problema central es que los productores argentinos reciben un valor de quebranto por su producción (que en dólares es menor por litro de leche que sus pares brasileros y australianos), en un contexto de control de precios.
Los tamberos reclaman un precio de por lo menos 1,5 peso el litro de leche en tranquera (hoy cobran entre 70 y 80 centavos). Lo curioso es que los consumidores pagan casi 3 pesos el litro de leche, similar a lo que abona un europeo.
Es decir, la política de control de precio del gobierno -dirigida según la retórica oficial a preservar la "mesa de los argentinos"- estaría fracasando estrepitosamente. Por un lado los productores se funden -y peligra la producción de leche a futuro- mientras los consumidores pagan cara la leche. Y lo más absurdo es que el Estado encima subsidia la cadena láctea.
El gobierno ha intentado atenuar el impacto de los precios otorgando compensaciones a productores y a la industria. Pero del total de compensaciones otorgadas, el 77% fue hacia la industria, y sólo el 23% se orientó a los productores.
Según Catta, "los consumidores pagan casi 3 pesos el litro de leche, un precio como el europeo, por lo tanto respaldan con su compra en góndolas que el tambero pueda percibir el costo de producción (1peso por litro) y obtener rentabilidad para no cerrar".
Lamentablemente, el intríngulis político que vive la Argentina ha postergado la resolución de este problema productivo que hace a la viabilidad de un sector dinámico de la economía del país y del interior profundo.
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