La reinvención del oficio ante el fin de la primicia
¿A qué se reducirá el periodismo si, en virtud de la expansión tecnológica, ha dejado de ser la fuente de la primicia? ¿Cómo se reinventará si ya no tiene el monopolio de la novedad? El profesor universitario y consultor en comunicación e imagen, Guillermo Saldomando, asegura que se enteró de la muerte de Muammar Kadhafy a través de Twitter.Pero también se anotició por esa vía de la tendencia que marcaban las encuestas en boca de urna en los últimos comicios nacionales, antes de que fueran difundidos por algún medio de comunicación tradicional.Cuenta la extraña paradoja de que esos mismos medios se sabotean al alentar a amateurs a que envíen a través de las nuevas tecnologías, fotografías o filmaciones de acontecimientos que antes sólo eran cubiertos por corresponsales o enviados especiales.La conclusión de Saldomando es categórica: "Me animo a decir que el periodismo como habitualmente lo conocíamos está condenado a desaparecer. La famosa y mítica primicia ya no vale nada, porque todo es tan vertiginoso, está tan al alcance de la mano que el objeto del deseo del periodismo, ha perdido todo su valor".Efectivamente ese commoditie que es la noticia, para cuya elaboración existió el oficio del periodista, está siendo producido por otra gente y circula por otros medios tecnológicos que no son los tradicionales (como el diario, la radio o la televisión)."El periodista ya no tiene el monopolio de la información y tiende a perder ese lugar especial que tenía en la comunidad, dado que en esta nueva sociedad de redes, cada ciudadano pasa potencialmente a ser un productor de contenidos y un periodista en potencia", resume Saldomando.En realidad, la pérdida del monopolio de la información fue algo que sacudió al periodismo gráfico con la consolidación de la televisión como medio de comunicación.La TV, en esa circunstancia, impactó de forma decisiva en los modos de acceso a la información de la población: con el "directo" se modificó lo que tradicionalmente fue la "primicia" periodística.Es decir, la inmediatez entre el hecho que está sucediendo y su transmisión a millones de personas fue adquiriendo, cada vez más, ribetes insospechados, gracias a los avances tecnológicos como el satélite.Desde entonces el periodismo escrito, sabedor de que no podía competir por la "primicia" con otros medios, sin perder de vista la importancia de lo que pasó, se interesó más por cómo sucedió, por qué y las implicancia de lo ocurrido."No hay hechos, sólo interpretaciones". Este aforismo de Friedrich Nietzsche tiene la virtud de ejemplificar que el hecho en sí no es nada sin su sentido, que una información sin contexto deja de ser inteligible.Hace tiempo que el periodismo escrito ha comprendido que, perdida la posibilidad de la primicia, la clave es la interpretación de lo que está detrás del mero acontecimiento.De hecho, en virtud de la revolución en el mundo de la información, vivimos permanentemente conectados, inmersos en un mar de datos y con poco tiempo para procesarlo.Los especialistas ya hacen su diagnóstico: intoxicación de información. Lo que escasea, en este contexto, es el análisis y la profundización de los datos. Estar informados no es lo mismo que comprender lo que pasa.Hacer inteligible los hechos, extraer el sentido del acontecer, se ha convertido en uno de los grandes desafíos del periodismo moderno. La clave es ayudar a comprender esa noticia que se puede hallar de manera caótica en otros soportes.Una perspectiva interpretativa que se coloca más allá de la primicia.
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