PRODUCCIÓN Y CONSUMO RESPONSABLE
La relación entre la economía y el ambiente

Cuando se habla del cuidado del medio ambiente o de la política medio ambiental es sabido que se está refiriendo directamente a la atención de la salud de la población y al problema del cambio climático.
Por Luis Alberto Dalcol
Esta preocupación se produce en forma muy tardía en el mundo. Muy posterior a los orígenes que la causaran, que afectaran a la humanidad. La revolución industrial no puso límites a la producción y desde entonces se generaron residuos contaminantes muy significativos. Así se inició un proceso de deterioro por los deshechos arrojados y principalmente por la creación de una cultura que daba prioridad a la producción y al trabajo por sobre la vida que es difícil de cambiar.
Incluso, desde las organizaciones internacionales, cuando se abordó el tema - hace poco más de 50 años - se impuso el principio: “el que contamina paga”. Primero lo adoptó la Comunidad Económica Europea, luego fue la OCDE e incluso se instaló en la UN.
Es obvio que si se contamina se debe pagar. Mas es un mensaje confuso. Como que, si el negocio puede absorber el costo de pagar el perjuicio de la contaminación, se tiene el derecho a contaminar. Una enorme aberración, producto de la cultura y el interés existente.
El mensaje debió ser que no se debe contaminar y determinar con rigor los límites cuando los efluentes superan la asimilación de la naturaleza que las recepta. No se utilizó la palabra impedir, no permitir, reacomodar u ordenar los procesos de producción a demarcaciones pre determinados.
Luego los organismos internacionales de crédito exigieron una acreditación o informe ambiental al que estaban condicionadas las asistencias financieras. No resultaron suficientes.
El máximo económico no puede estar sobre el máximo biológico. En contrario se lesiona el equilibrio del sistema. La escasez de los medios que padece la economía se corresponde en menor medida con la penuria que ese avance produce en la naturaleza, en las personas, en los vegetales y animales, que afectan a la vida; y no es necesario destacar importancias.
El derecho de propiedad del medio ambiente es de todos. No es negociable, transferible ni renunciable. Es un derecho natural de la persona humana.
La contaminación, aunque parece inevitable, no se origina únicamente en el proceso de producción. Nuestras conductas dejan mucho margen para mejorar. Basurales a cielo abierto, volcado de efluentes sin tratamiento o con procesos insuficientes son claros ejemplos a corregir. Debemos educar desde la infancia esta impostergable posición de defensa de nuestro hábitat.
Allí sí, la acción de las Organizaciones y del Estado es vital, previendo las limitaciones técnicas sobre las últimas bases científicas conocidas que todos deberíamos respetar.