La sabiduría que dan los años de vida
Vivimos una época en la que se exaltan los valores juveniles, que son los de la vitalidad física. Pero esa exaltación unilateral eclipsa el conocimiento de la vida que sólo se adquiere a edad avanzada.Es una de las grandes contradicciones contemporáneas: al mismo tiempo que la esperanza de vida, gracias sobre todo a la medicina, se ha prolongado notablemente, hay una sensación de exclusión social y cultural del anciano.Está claro que todo envejecimiento lleva aparejado, como normales consecuencias, la disminución y después el cese de las actividades profesionales. Pero en las antiguas sociedades, esa disminución no equivalía al desprecio; antes bien, encumbraban al hombre mayor, a quien se le reconocía el don de consejo, fruto de una larga experiencia de vida.Hoy son cada vez más las voces que alertan sobre la soledad y la angustia moral de las personas mayores. Aunque el número de ellos se multiplica, a muchos de los relega a la indiferencia y el olvido.Según el doctor Ignacio Katz, responsable académico del sector de Adultos Mayores de la Universidad Nacional del Centro, los ancianos deben lidiar con cuatro amenazas: la soledad, el sedentarismo, la desnutrición (que es muy frecuente, incluso en personas con nivel económico estable), y el maltrato."Hay que comprender que dejar de trabajar no quiere decir jubilarse de la vida -subraya-. Lo que mata es el aislamiento. Lo que siente el adulto mayor es que va quedando solo, no tiene interlocutores". El anciano, vestigio de un tiempo pasado, ya no tiene carta de ciudadanía en una cultura hipnotizada por la novedad, y que ya no ve a la juventud como una fase de la vida, es decir un estado transitorio, sino como un ideal inmutable, como criterio de todo valor.Quien ha salido al cruce de esta visión distorsionada, alegando que entraña una injusta valoración hacia los "viejos", como les llama cariñosamente, ha sido el Papa Francisco.Apenas dos días después de haber sido elegido Sumo Pontífice, en un encuentro con los cardenales del Vaticano, arengó: "Los viejos tienen la sabiduría de haber caminado la vida"."La mitad de nosotros estamos en la vejez. Como los viejos Simeón y Ana, cuya sabiduría les permitió reconocer a Jesús, démosles esa sabiduría a los jóvenes, como el buen vino, que con los años se vuelve mejor", les instó.Horas antes de su entronización, cuando se comunicó vía telefónica con los fieles de Buenos Aires, les dijo: "Cuiden la familia. Cuiden la naturaleza. Cuiden a los niños. Cuiden a los viejos".Durante el vuelo que lo llevó a Río de Janeiro, en diálogo con los periodistas, el Papa reflexionó: "Un pueblo tiene futuro si va adelante con los dos puntos: con los jóvenes, con la fuerza, porque lo llevan adelante, y con los ancianos, porque ellos aportan la sabiduría de la vida".En opinión del Pontífice hay una sociedad que excluye a los adultos mayores. "Hay una eutanasia escondida; es decir, no se cuida a los ancianos. Pero también hay una eutanasia cultural: no se les deja hablar ni actuar", expresó.Se ha dicho, no sin razón, que mientras la juventud es la etapa de la agitación, la edad madura es el momento del reposo. Pero esa calma que dan los años coincide con una mirada más lúcida sobre la vida.Aquí la experiencia y la instrucción adquieren toda su riqueza, porque se tiene la ocasión de considerar las cosas bajo todos los aspectos y meditarlas. Se podría decir que en la edad madura, con toda la vida a sus espaldas, el hombre adquiere más discernimiento, más penetración, y más fondo.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios