La tensión en Ucrania agita viejos fantasmas
La decisión de Rusia de invadir Crimea, península que forma parte de Ucrania, parece haber retrocedido la historia a la época en que estuvieron en boga los nacionalismos belicistas, causa de las guerras mundiales.La desafiante actitud del presidente ruso, Vladimir Putin, ha sacudido el tablero internacional, rompiendo una suerte de cooperación post-Guerra Fría que existía entre Occidente y Rusia.Mientras la sociedad ucraniana no logra resolver internamente si se integra a Europa occidental o se mantiene bajo la órbita de Moscú, Putin ha hecho pie militarmente en Crimea, ese apéndice de Ucrania cuya población es pro rusa.Los analistas internacionales coinciden en señalar que el líder ruso está empeñado en recrear tanto el expansionismo del viejo imperio zarista como el de la desaparecida Unión Soviética.Caído el relato comunista, dogma oficial de la antigua Unión Soviética, Moscú agita ahora el "paneslavismo", doctrina nacionalista surgida en el siglo XIX, con el propósito de unificar a los países eslavos de Europa.Desde esta óptica, para Rusia, perder su influencia en Ucrania, el Estado eslavo "hermano", que actúa como tapón que la separa y protege del "enemigo occidental", supondría un duro revés al sueño imperialista paneslavo.¿Cómo conciliar conflictos del siglo XXI con ideologías del siglo XIX? El resurgimiento del tribalismo nacionalista, con su concepción paranoica y exclusivista del mundo, descoloca a los analistas internacionales.Por lo pronto, colisiona con el contexto cultural surgido tras la caída del muro de Berlín (que marcó el fin del comunismo): derrumbe de las ideologías, evaporación de las utopías, huida del pensamiento fuerte, aceleración de los flujos culturales, abatimiento de los límites espacio-temporales.Un nuevo fantasma parece andar suelto por el mundo y tiene un nombre: "volksgeist", que en alemán significa "el espíritu del pueblo", un concepto propio del nacionalismo romántico, base ideológica del nazismo y del fascismo europeos.Dicho concepto atribuye a ciertos grupos humanos determinados rasgos comunes e inmutables a lo largo de la historia (culturales, raciales, psicológicos y demás), y que son anteriores y superiores a las personas.La historia demostró que distintos gobiernos, con esta ideología, decidieron la eliminación de minorías disidentes o de individuos que no compartían la política oficial, catalogados como "enemigos" del Estado."La gravedad de la crisis ucraniana ha desempolvado palabras y sucesos históricos que parecían abandonados en antiguos anaqueles del Viejo Continente", reconoce el analista Matías Zibell, de BBC Mundo.Mientras las tropas rusas tomaban posesión de Crimea, señaló, "han vuelto a usarse en Europa palabras cargadas de historia como fascismo, nazismo y comunismo".La ex secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, aportó al revival, señalando a una publicación que las justificaciones ofrecidas por Putin a las acciones en Crimea recordaban "lo que hizo Hitler allá por los años 30", cuando el líder nazi invadió Checoslovaquia con la excusa de que la población de origen alemán era maltratada.¿Es posible el regreso del nacionalismo belicista de antaño? Están quienes piensan que la historia nunca es idéntica, y por tanto sugieren que no hay marcha atrás en los asuntos humanos.Otros, juntos con el filósofo Friedrich Nietzsche, creen sin embargo en el "eterno retorno", según el cual los hechos vuelven a ocurrir con otras circunstancias, pero básicamente son semejantes.
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