La tevé y la expectativa de ser lanzado a la fama
¿Qué hay detrás del boom de los programas televisivos en donde la gente concursa para ganarse un lugar en el mundo del espectáculo, del tipo "Cantando por un sueño"?Los realities para cantantes y bailarines son la nueva tendencia en la programación de los principales canales. ¿Qué ocurre con esas personas desconocidas que en pocos segundos acceden a la exposición masiva?Los dueños del negocio televisivo aseguran que son el "semillero" del 'star system' contemporáneo. Es decir, miles de talentos desconocidos se exponen en estos concursos para mostrar sus artes.En otras palabras, se está frente a un nuevo sistema de contratación de estrellas. Sin embargo, hay quienes dudan de la legitimidad de los concursos de este tipo, señalando que en realidad la televisión explota y lucra aquí con las historias de gente que quiere asomar la cabeza y hacerse reconocibles.Serían los que quieren alzarse de la chatura gris de invisibilidad e insustancialidad en la que se han convertido sus vidas. A decir verdad, se trata de una conjetura válida si se piensa que la sociedad contemporánea ha sido llamada también del "espectáculo".La fantasía de ser "famoso" es un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba "el espíritu de nuestro tiempo". Se trata de ser exhibido en una pantalla, con el sólo objeto de ser visto, mirado, ser tema de conversación.En la era de la información y del espectáculo, la invisibilidad es sinónimo de muerte. No ser reconocido, permanecer ignorados en medio de la masa indiferenciada, equivaldría poco menos que ha dejar de existir.Ser vistos y deseados por muchos, por tanto, sería emerger de ese existencia insípida y sin rostro, un prodigio que puede producir la pantalla de la televisión.El deseo de no disolverse ni permanecer en la aglomeración humana informe es la materia de la que estarían hechos estos sueños de fama. Y bien podría decirse, entonces, que los promotores y productores de estos programas estarían tocando una cuerda sensible en la audiencia.Ahora bien, más allá de estos programas que dicen promover "talentos artísticos", cabría especular también que la televisión, al instalar la necesidad de ser visto a como dé lugar, ha modificado de raíz el concepto de reputación.La tesis le corresponde al semiólogo y escritor italiano Umberto Eco, quien en un reciente artículo llamó la atención sobre el hecho de que mientras en una época importaba tener una "buena reputación", hoy la sola exposición basta.En el pasado, "cuando la reputación de una persona quedaba arruinada -debido a una bancarrota, por ejemplo, o por el rumor de que su esposa le estaba siendo infiel- podía llegar al extremo de suicidarse o cometer un crimen pasional".Desde hace un tiempo, sin embargo, el énfasis en la reputación ha cedido su lugar a un énfasis en la notoriedad, sostiene Eco. Y ello supone, entonces, que incluso el acto más vergonzoso -como ser acusado de fraude o de arruinar la vida de otra persona- puede convertirlo a uno en una celebridad.A los fines de la notoriedad, es indiferente una obra en sí misma buena, como ganar un premio científico importante o dedicar la vida a cuidar leprosos. De hecho el camino más mórbido puede ser la vía más segura para convertirse en un sujeto popular."Lo que importa es ser 'reconocido' por los compañeros -no reconocido en el sentido de estima o de premio, sino en el sentido más banal de que, cuando uno es visto en la calle, pueden decir '¡Miren, es él!'-. La clave radica en ser visto por mucha gente, y la mejor forma de hacer eso es aparecer en la televisión", sostiene el semiólogo.
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