La violencia, ¿es un fenómeno erradicable?
Las hostilidades bélicas emprendidas en Medio Oriente, entre israelíes y palestinos, reinstalan el tópico acerca de si cabe pensar que la guerra entre las naciones o la violencia en sí pudieran algún día desaparecer completamente.La paz ha sido un deseo de la humanidad que ha chocado, una y otra vez, con su irrefrenable instinto autodestructivo. La historia ha dado un mentís rotundo, hasta ahora, a la constitución de un orden fraternal y pacífico, pese a los esfuerzos en ese sentido. ¿Es el ser humano, acaso, una bestia belicosa por naturaleza?La cuestión se remonta a Tomás Hobbes y a Jean Jacobe Rousseau, cuyas visiones antitéticas en este punto son célebres. Mientras el primero concebía al humano como irremediablemente malo y egoísta, llamado a la guerra perpetua, el segundo en cambio creía que tenía un fondo inalterable de bondad, aunque malogrado por la sociedad.Si los instintos violentos fuesen algo que llevamos impreso en los genes, en la sangre, en el cerebro, se colige entonces que no habría que esperar una sociedad donde reinase la concordia y la paz duradera, algo más bien cercano a la utopía.Por el contrario, si la esencia del ser humano es la bondad, si naturalmente es altruista y solidario, con un corazón que aspira al encuentro armónico consigo mismo y con los demás, no hay razones para renunciar al ideal de la fraternidad universal.La hipótesis roussoneana en este caso, conduce a preguntarse qué vuelve malas a las personas, que en su "estado de naturaleza", como seres presociales o premorales, se asemejarían poco menos que a ángeles.Todos los reformadores sociales han seguido la intuición de Rousseau, según la cual el orden sociopolítico en el que vive el hombre es el causante de su desdichada existencia. La violencia, entonces, residiría en las estructuras sociales y no en el corazón humano.Los marxistas, por ejemplo, imputan la guerra al capitalismo y a la propiedad privada. Los males en el mundo se desataron cuando alguien, en los albores de la historia, declaró: "Esto es mío", haciendo que los hombres compitan ferozmente entre sí.Ésta es la causa eficiente de la violencia ilimitada entre personas y países. En su libro 'El malestar de la cultura' (1930) Sigmund Freud escribió que de esta forma "los comunistas creen haber descubierto el camino hacia la redención del mal".El fundador del psicoanálisis dice, sin embargo, que parten de un supuesto psicológico falso. "Es verdad que al abolir la propiedad privada se le sustrae a la agresividad humana uno de sus instrumentos, sin duda uno muy fuerte, pero de ningún modo el más fuerte de todos", afirma. "El instinto agresivo no es una consecuencia de la propiedad, sino que regía casi sin restricciones en épocas más primitivas, cuando la propiedad aún era poca cosa", señala.Por otro lado, el filósofo Emanuel Kant, contra la idea de que capitalismo y guerra son cosas intercambiables, estaba convencido de que el comercio es signo de paz. La idea subyacente es que donde los intereses de los vecinos se entremezclan, los riesgos de enfrentamiento disminuyen.¿Cuál es, en suma, la raíz de la violencia humana? ¿Qué hace que, pese al deseo humano de paz, la guerra vuelva cada tanto, en Medio Oriente o en otra latitud? ¿Y qué decir de la violencia urbana, multifacética y omnipresente?
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios