CIERRE DE LISTAS Y TENSIÓN
Las cartas están arriba de la mesa: sólo faltan los pochoclos y la Coca
Viernes. Quizás lo que escribamos hoy para el sábado o el domingo pierda vigencia. Es tal el vértigo de la política argentina, que una candidatura presidencial dura menos de 24 horas. Si no habría que preguntarle a Wado De Pedro que grabó un spot, se lanzó y, a las pocas horas, lo bajaron de un hondazo.
Por Jorge Barroetaveña
Pero la política no tiene sentimientos es así de cruel. Y siempre hay alguien que habla. El acto en Aeroparque de mitad de semana, con Cristina y el flamante candidato presidencial Sergio Massa, podría quedar inscripto en la historia. No por su contenido, sino por el contexto. La vicepresidente, como una cronista precisa, describió cómo fueron las últimas horas previas al cierre de las listas y describió con lujo de detalles, la entretela más sabrosa de las negociaciones. Que no fueron tranquilas. Que no estuvieron exentas de amagues de piñas.
Cristina aprovechó el escenario para blanquear su debilidad y redoblar la apuesta. Con un Massa impertérrito a su lado, insistió con su proscripción, con que el candidato era Wado pero Alberto no lo quería, y así llegaron al tigrense. Casi por descarte. “Vos sos medio fullero no?”, le espetó a su antiguo Jefe de Gabinete, con la habitual dosis de histrionismo que la caracteriza. Massa no sabía dónde meterse. Tragame tierra habrá dicho. Tampoco faltaron los reproches sobre el Fondo y el marcado de cancha. La vice en estado puro.
Más allá de su discurso, es evidente la intención de ocultar la debilidad en la que quedó. Cristina no pudo imponer su candidato porque el rechazo fue tal que no le quedó más alternativa que bajarlo. Massa hizo lo suyo: amagó con pegar el portazo, como viene insinuando desde hace rato. Renuncia, default y final es la tríada que el Ministro de Economía sabe que sobrevendrá a su ausencia. Cristina también lo sabe y quedó presa de esa encerrona. Otra víctima fue Máximo Kirchner que igual se encargó de sembrar de kirchnerismo las listas de la Provincia de Buenos Aires. La vieja idea de atrincherarse en la provincia si la debacle anunciada sobreviene en la Nación. Al cabo, no será Cristina la que pierda, será Massa con Alberto los que se lleven esa carga.
La pregunta que sobrevuela incansable el mundillo de la política y el círculo rojo no tiene respuesta: ¿Massa es lo mismo que Alberto Fernández? Algo de respuesta a semejante interrogante la dio el inefable Aníbal cuando avisó que el ministro, si agarra la manija, se va a quedar con todo. Habrá que ver si tiene margen para eso, aunque habilidad está demostrado que la tiene. Massa ha hecho de la ambigüedad una virtud en la política. Es capaz de compartir un acto con las Madres de Plaza de Mayo o desayunar con empresarios o hablar con los chinos y los norteamericanos al mismo tiempo. Para el magma incandescente en que se ha transformado la experiencia del defenestrado Frente de Todos, es agua en el desierto.
Poco importará que no tenga mayoría en las listas o que sus referentes sean pocos en el Parlamento. Para eso falta y, con el poder que da el aparato del estado todo es posible.
La fórmula unificada de Massa-Rossi pone en más aprietos a Cambiemos. Más a Larreta que a Bullrich. Los errores sucesivos de la oposición no sólo permitieron el crecimiento de Milei, también recrear alguna expectativa de victoria en el oficialismo. El más grosero fue Córdoba. Será difícil mensurar pero la movida con Schiaretti que intentó el alcance porteño fue en falso. Puso en duda a toda la oposición cordobesa y congeló la campaña que hasta ese momento venía en ascenso. De hecho, De Loredo y Juez habían logrado plasmar una convivencia tranquila, sin roces a la hora de definir las candidaturas. La irrupción de la cuestión Schiaretti fue un bombazo. Juez cree en su interior que perdió la gobernación por Larreta. Más dudas para lo que viene y recelo a la hora de las definiciones nacionales. Ningún opositor ignora la importancia que tiene Córdoba para sus aspiraciones. La exigua diferencia que Macri logró en el balotaje del 2015 fue por Córdoba.
Las cartas están echadas. Si bien Massa deberá enfrentar a Grabois en la PASO, la tenida no promete alta intensidad. Bullrich y Larreta sí se sacarán chispas. Del tenor de esa campaña, dependerá lo que venga. Los dos deberían recordar que necesitarán los votos del adversario para llegar a la Rosada. Massa se frota las manos pensando en cómo estimular esa pelea. Es el mismo Ministro de Economía que tiene un 114% de inflación anual. Sí, es el mismo. La realidad argentina es tan compleja de entender como que el peronismo todavía sueña con seguir en el poder. Al cabo, en las provincias vienen ganando los oficialismos, con el PJ incluído.
Sólo faltarán los pochoclos para seguir el culebrón. Si no fuera por la crisis galopante que se vive, sería un buen programa.