Las dudas que se abren en Venezuela
¿Cómo hará el sistema político venezolano para digerir la muerte de Hugo Chávez, alguien que había concentrado la suma del poder público? La sociedad nativa, hoy dividida, ¿en qué términos reformulará su convivencia?Mientras para sus simpatizantes Chávez encarnó la figura de un mesías político, un libertador de injusticias ancestrales, para sus adversarios fue un militar que supo utilizar el dinero proveniente del petróleo -del cual Venezuela es sexto productor mundial- para construir un régimen populista.Como sea, unos y otros coinciden en que se trató de alguien que ha monopolizado el escenario político de Venezuela en los últimos catorce años, sobre la base de un fuerte liderazgo.Algunos regímenes altamente personalistas han sido capaces de sobrevivir a su líder fundacional. La llamadas "segunda líneas" han sido capaces, así, de acordar un mecanismo de sucesión.Al respecto, se entiende por qué la mayoría de los analistas hacen foco en cómo será la transición política venezolana. En lo formal la presidencia del país será asumida de manera temporal por el vicepresidente Nicolás Maduro, quien deberá convocarse a elecciones en 30 días.Aunque la pregunta del millón pasa por saber cómo y quién llenará el "vacío de poder" que deja la ausencia de Chávez. Esa expresión se utiliza mundialmente en política para describir un gobierno cuya autoridad central no se siente o se ausenta. En física, cuando se crea un vacío, éste tiende a ser llenado por algún elemento. Se cree que en política pasa algo parecido.Por cierto que voceros del gobierno venezolano señalan que no existe vacío de poder y que quienes lo pregonan lo hacen para desestabilizar. Aunque la experiencia histórica indica que cuando la "gobernanza" descansa en una sola persona, se corren esos riesgos.Estos sistemas incuban inestabilidades futuras, porque cuando el mandamás queda minusválido, el Estado aparece discapacitado. Además la lucha por la sucesión que puede sobrevenir, ante el vacío dejado por quien dominaba la escena, puede ser despiadada.Las últimas elecciones presidenciales, ocurridas en diciembre último, que posibilitó que Chávez fuera reelegido por tercera vez con un 54,45%, sugieren por otro lado que habría una división de la sociedad en mitades, una que sigue los postulados de la Revolución Bolivariana, y otra que se resiste a ese proyecto político.A tal punto llegaría el encono político al interior de la sociedad vernácula que hay quienes postulan la existencia de una grave fractura social, donde individuos, familias y grupos enteros se excluyen mutuamente, en bandos irreconciliables, como si en un mismo suelo viviesen dos países.No es casualidad, al respecto, que tras el anuncio del deceso del presidente de la República, los actores políticos, sociales y culturales del país hicieran un llamamiento por la "unidad de los venezolanos", por temor a que hubiese episodios de violencia social.Los dilemas de la Venezuela sin Chávez pasarían por saber, por un lado, cómo hará la dirigencia para lidiar con la ausencia de un caudillo que marcaba la agenda y el ritmo de la política del país.Un proceso revolucionario que pretenda perdurar en el tiempo no puede limitarse a la existencia de un solo líder. Esta verdad interpela al partido oficialista. En la vereda de enfrente, en tanto, la pregunta es: ¿cómo ser oposición sin Chávez?La otra incógnita es si los venezolanos serán capaces de recrear un sistema de convivencia donde puedan tramitar las diferencias políticas en un clima de tolerancia, sin exclusiones ni violencias.
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