Las escuelas técnicas y el sueño de Magnasco
Explosión de la matrícula, mejoras edilicias y de equipamiento, contenidos curriculares acordes. Las escuelas industriales, tras el eclipse en los '90, lucen vigorosas.Para algunos la Ley de Educación Técnica Profesional (N°26.058), sancionada en septiembre de 2005, está cosechando sus frutos. Dicha normativa rehabilitó a la formación técnica en el nivel medio.En los '90, estos institutos habían sufrido desguace y pérdida de estatus, en un contexto socioeconómico donde la industria había perdido peso específico en la economía.La demanda de personas con aptitudes técnicas y en oficios había declinado. Y esto hizo que los estudiantes optaron por otras ofertas del sistema educativo.A partir de 2002, tras la caída de la convertibilidad, la política de dólar alto, que atajó importaciones y estimuló las exportaciones, hizo atractivo fabricar en el país.El llamado proceso de sustitución de importaciones, en el mercado interno, le dio impulso a la industria, en tanto que el campo se lanzó a exportar, cebado por precios internacionales excepcionales.Entonces creció la demanda de torneros, albañiles, gasistas, maestros mayores de obras, técnicos agropecuarios, y un sinnúmero de oficios técnicos, necesarios para satisfacer los requerimientos de la nueva economía.En este contexto, el Estado rehabilitó el estatus de las escuelas técnicas, desde el punto de vista pedagógico, y mejoró la inversión en un sector que padecía déficit presupuestario crónico.En todos los lugares del país se ha verificado un renacer de la escuela técnica. En Entre Ríos, la matrícula creció un 30% en los últimos tres años, según datos del Consejo General de Educación (CGE).En Gualeguaychú ha sido notable la inversión. Esto se echa de ver en la EET N°1, en tanto que se anuncia un nuevo edificio para la EET N°3. Cabe consignar que en la ciudad funcionan tres escuelas técnicas, y un instituto agrotécnico, en el nivel medio.El vínculo de Gualeguaychú con la escuela técnica está asociado a la figura del Dr. Osvaldo Magnasco, un defensor a ultranza de la educación productiva, cuando le tocó ser ministro de Justicia e Instrucción Pública durante el segundo gobierno de Roca.Desde allí impulsó numerosas iniciativas a favor de una sólida formación educativa para las áreas vinculadas con la producción. Pero su reforma, una verdadera revolución para la época, fue injustamente rechazada.El plan Magnasco buscaba un cambio de rumbo en la enseñanza en las direcciones prácticas, acorde con la pretensión de un país que necesitaba industrializarse.En el mensaje donde da a conocer su reforma de la enseñanza media, en 1900, se lee: "Habrá que desviar enérgicamente los estudios de los rumbos tradicionales, torcer paulatinamente su dirección, violentar inclinaciones facticias profundamente arraigadas en la rutina, en la indolencia y en el espíritu facilitario (sic) en que son educadas nuestras generaciones, y destruir al fin, en gran parte, el pesado y anacrónico sistema educacional que nos rige".Jorge Osvaldo Batista, uno de los biógrafos del gualeguaychuense, al evaluar la reforma de éste, comenta: "Al incorporar la educación práctica y técnica en la enseñanza media, se asestaba un duro golpe al carácter rivadaviano, iluminista y afrancesado que caracterizaba a la enseñanza secundaria"."Además descentralizaba la educación; consolidaba cada región dueña de necesidades productivas particulares; y evitaba el éxodo que se producía en el interior, con lo que las provincias conservaban a sus hijos y sectores dirigentes, apegados a su tierra", refiere.
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