Las mujeres afganas y el dilema cultural
A propósito de las elecciones en Afganistán, la prensa internacional viene fustigando a esa sociedad por la manera como trata a sus mujeres. Pero, ¿cuál es el criterio universal para juzgar si eso está bien o mal?.A los ojos occidentales resulta una aberración el hecho de que la ley autorice a los maridos chiitas a privar de alimentación a sus mujeres si no los satisfacen sexualmente al menos una vez cada cuatro días.Además, un 60% de las mujeres del país de los talibanes todavía son obligadas a casarse siendo niñas, a edades tan tempranas como los 6 o 9 años. Las centenarias tradiciones afganas, así, despiertan rechazo unánime en Occidente.Ahora bien, ¿qué pensarán los talibanes de este juicio? Podrían preguntar: ¿No tenemos acaso derechos culturales como grupo étnico diferente? ¿No tenemos derecho a un modo afgano de trato con la mujer?.Ellos bien podrían acusar a los occidentales -que por otra parte han entrado a su país a sangre y fuego- de "etnocentrismo", un término acuñado hace mucho tiempo por la antropología occidental.Etnocentrismo es la tendencia a considerar los rasgos, estilos, ideas y valores observados en otros grupos culturales como inferiores y menos naturales que los del propio grupo."Lo que pasa es que ustedes, los occidentales, nos juzgan según los cánones o criterios propios de la cultura a la que pertenecen", podría argumentar un talibán.Y diría: bajo este prejuicio de superioridad Occidente se ha creído con derecho de imponer sus cánones a las naciones de etnias y culturas diferentes.Y con este pretexto, de hecho, ha justificado el colonialismo, o la dominación sobre los pueblos no occidentales. "Nosotros no juzgamos, ni queremos cambiar, el estilo de vida de las mujeres occidentales. ¿Por qué quieren hacer eso con Afganistán?", razonaría.De esta manera, el hipotético afgano se abrazaría, para justificar su posición, al concepto de "relativismo cultural", que postula que todas las culturas son dignas de respeto y todas las costumbres son igualmente válidas.¿Acaso no se defiende este concepto en el mundo intelectual de Occidente? ¿Quién se atreve a sostener lo contrario, es decir a postular que hay una cultura mejor que otra?Evidentemente, aquí hay un dilema difícil de resolver. Como se ve, el hecho de que una cultura no puede ser juzgado por los patrones de otra -según el relativismo cultural- provoca problemas.Si las reglas éticas y morales de todas las culturas merecen igual respeto, ¿por qué no dejar que los afganos practiquen libremente lo que los occidentales catalogan de "machismo"?.La tensión salta a la vista: desde el punto de vista del relativismo cultural, entonces se deberían aceptar costumbres como el infanticidio, el canibalismo y la tortura.Por ejemplo, en diversas etnias africanas y de Oriente Medio hay tradiciones que imponen la ablación del clítoris en las niñas, o la costura de los labios de la vagina. ¿El argumento? Esas culturas creen que, al reducir el placer sexual femenino, se evita la posibilidad de adulterio.¿Estas tradiciones deben ser aceptadas sin más, en orden a preservar los derechos culturales de cada pueblo? He ahí el dilema. Al respecto, últimamente viene ganando consenso, entre las naciones, la idea de que hay una moralidad superior, universal, por encima de los particularismos culturales.En suma, que el hombre tiene una esencia inalienable, sobre la cual se fundan derechos que desafían todo relativismo.
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