UNA ENCUESTA MUY COSTOSA
Las PASO inútiles, fotografía ideal para el voto estratégico

Los antropólogos buscarán en los próximos decenios los restos de la tercera vía en la Argentina. O lo que dio en llamarse tercera vía. Quizás encuentren las palas de algunos sepultureros con el nombre chiquito de Sergio Massa, Roberto Lavagna o Miguel Pichetto. O de Juan Schiaretti en las sierras cordobesas. Ni PASO habrá. Bastante cara nos saldrá la encuesta.
Es que, a horas del cierre de las listas, todos los caminos conducen al 2015. La campaña promete ser despiadada y no respetar ningún código. Los candidatos, de boca suelta, lanzan diatribas y promesas, muchas incumplibles, sin importarles demasiado las consecuencias. Allá lejos quedaron las promesas de Sergio Massa que nunca más se juntaría con el kirchnerismo. Rara la parábola del tigrense, porque fue quién impidió el proyecto de la Cristina eterna y ahora se suma para darle forma a su regreso. Y lo dijo hasta hace 15 días. Será difícil para él repechar la cuesta del descreimiento, algo que pasó a formar parte de su historia. ¿Cómo tomarán sus votantes que ahora comparta lista con Máximo Kirchner y La Cámpora? Joven, Massa, afirma que tiene tiempo para volver a ser. Que el objetivo principal ahora es acabar con el gobierno de Mauricio Macri, uno de los peores de la historia, y que nada debe interferir. Suponiendo que fue así: ¿no hubiera sido más digno acaso perder en una PASO con Alberto y Cristina que capitular sin más ni más? Encima implosionando el espacio opositor que él mismo había contribuido a crear? En política casi no hay lugares de los que no se pueda volver, aunque Massa está haciendo méritos para hallar nuevos. Sólo el tiempo y el resultado de octubre lo dirán. Aunque no lo parezca, Alberto Fernández y Miguel Pichetto con muy parecidos. Los dos andan con la ambulancia a pura sirena buscando y rescatando heridos. Tironean por los gobernadores, por los referentes territoriales y por todo lo que huela a PJ. Por supuesto que si no es peronista tampoco le hacen asco. El campo de batalla es el país todo. Y los gobernadores son el objetivo. Alberto abrochó los que podía abrochar, aunque conservaba alguna esperanza con el ‘Gringo’ Schiaretti. El cordobés, primer representante del ‘cordobesismo’, avisó el mismo día que ganó lo que haría: no jugarse por nadie, aunque su omisión favorece a Macri. Hay dos lógicas que llevan a explicar su decisión. Schiaretti jamás le perdonó a los Kirchner los desplantes y el ninguneo y sabe que, en su tierra, hay un profundo antikirchnerismo. No quiere arriesgar lo que ganó hace un par de meses. Y sabe que, en el próximo congreso, cada legislador no se va a contar sino que se va a pesar. Nadie tendrá mayoría por lo que la negociación se va a imponer. El brazo negociador de Fernández no pudo con Neuquén, Río Negro, Chubut y Misiones que también irán con boleta corta. Aunque la que contaba era Córdoba y esa fue una batalla perdida. En el kirchnerismo confían en la Provincia de Buenos Aires. Con Massa adentro y una propuesta flaca del tándem Lavagna-Urtubey, el voto peronista no tiene demasiadas alternativas. La que sufre claro es María Eugenia Vidal que sabe que no tiene segunda vuelta y que por un solo voto se puede ganar o perder. Para la guerra eligió a Cristian Ritondo y sumó a María Luján Rey, la mamá de Lucas Menghini, uno de los muertos en la tragedia de Once. El miércoles, Miguel Angel Pichetto le prometió algunos apoyos peronistas. Vidal sabe que en Buenos Aires no sólo se juega su propio pellejo sino el de la Nación. ¿Es posible imaginar a un Macri victorioso en octubre perdiendo en territorio bonaerense? Del otro lado es la gran apuesta. En el peor de los escenarios, el kirchnerismo promete descorchar champagne, aun perdiendo la Nación pero teniendo en su poder Buenos Aires. Será trinchera inmejorable para dar el gran salto en el 2023. En la Ciudad Rodríguez Larreta pasó el rastrillo y no dejó casi nada. Se quedó con Lousteau y hasta con el socialista Roy Cortina, armando una hecatombe en la izquierda. Larreta apuesta a ganar en primera vuelta sacando más del 50% de los votos y no parece estar lejos. Con semejante plataforma, ¿por qué no soñar también con el 2023? La economía real sigue sin dar buenas señales. Apenas una baja de la inflación. El desempleo alcanzó los dos dígitos y fue la medición más alta de los últimos años. Pero la paz cambiaria parece que todo lo puede, hasta cierto repunte en la imagen oficial. Hasta después de octubre no habrá sobresaltos. El Fondo dejó que el gobierno venda dólares. A caballo de la liquidación de la soja y el maíz, la baja en las tasas internacionales y los buenos vientos de la economía norteamericana, no habría grandes sobresaltos, mal que le pese al kirchnerismo. Igual parece poco para apuntalar una victoria oficial. Algo más van a necesitar. Apareció Pichetto como los bomberos y parece que todo lo puede. En estas horas terminarán de definirse las listas y quedará el tendal. La elección también se define en esos detalles.
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