Las rutas argentinas, cómplices de la muerte
Hay una cifra escalofriante: desde 1997, unas 50.000 personas murieron en las rutas del país, según estimaciones de la ONG Asociación Políticas Públicas (APP).El saldo es resultado de un menú de factores en el cual se combina la actitud temeraria de los conductores -algo que hace a la idiosincrasia argentina- y un sistema vial inseguro, saturado y en gran medida obsoleto.En realidad los accidentes en ruta son tan habituales que ya no llaman la atención. Se diría que son parte del paisaje de una red vial cuya infraestructura global deja mucho que desear.A dicha red, que incluye rutas nacionales y provinciales, la transitan unos 10 millones de vehículos, y cada año se suman no menos de 30 mil camiones. Se trata de un trazado subdesarrollado.En efecto, del total de la red vial, sólo están pavimentados 76.039 kilómetros, es decir, el 31,72%, menos de un tercio del recorrido. El resto (163.638 kilómetros) es de ripio o de tierra.Hay una relación estrecha entre la calidad de los caminos y las muertes. En las autopistas sólo ocurre el 9% de los accidentes que cuestan vidas. Y esto porque el 38% de los choques ocurren por invasión del carril opuesto, según el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI).Gracias al crecimiento de la economía, en especial de la producción granaria, ha habido una explosión del tráfico. El cuello de botella es que las rutas no han venido acompañando ese repunte.Es decir, hay saturación. El protagonismo que ha adquirido el camión en las carreteras es sintomático. No es casual, al respecto, que en uno de cada tres accidentes fatales esté involucrado un camión.Hoy el 95% de la mercadería que se transporta en Argentina se hace a través de camiones y sólo el 4% se mueve por tren. Los expertos coinciden que las rutas no aguantan tanta carga. Por lo demás, camiones o micros, son peligro en movimiento.Desde que en Argentina se desmanteló el ferrocarril, toda la carga de mercadería y pasajeros pasó a las rutas. Ningún país con grandes extensiones hizo algo parecido. No lo hicieron Canadá ni Estados Unidos.Sin embargo, en los '90 se produjo un proceso de "ferricidio" en el país.Después de ser privatizado, el servicio se dividió entre pasajeros y carga. De pasajeros sólo quedaron los servicios urbanos en el área metropolitana de Buenos Aires. Todo lo demás desapareció.Se cree que más allá de la importancia económica que tendría el desarrollo del ferrocarril de carga, su presencia descongestionaría las rutas y autopistas, haciéndolas más seguras para el tránsito de menor porte.Hay razones más que plausibles para suponer que el número de accidentes en rutas sería menor si se las liberara de la presencia hegemónica del camión.¿Quién se beneficia con el ferricidio? En su película, "La próxima estación", Pino Solanas denuncia al lobby automotor (autos, camiones y petróleo) como primer gran factor de presión contra el ferrocarril.A propósito de la importancia de revitalizar la red de caminos, el periodista Pablo Calvo, del diario Clarín, comenta que Argentina, en las últimas siete décadas, sólo construyó 26 kilómetros de rutas por año.Dicho ritmo indica que se necesitarían 440 años para integrar a todo el territorio a través de caminos seguros. Para acortar los tiempos, desde hace tiempo anda dando vueltas el "Plan Laura", diseñado por el economista y abogado Guillermo Laura.Estos días se discutía en Diputados un proyecto suyo que hace 13 años espera en el Congreso. Mediante la iniciativa se proponen construir 13.346 kilómetros de autopistas libres de peaje, uno de cuyos objetivos es hacer bajar los accidentes mortales en ruta.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios