Las tecnologías no son inocentes
Las nuevas tecnologías de la comunicación suelen ser saludadas como factores de crecimiento cultural. Pero los cambios que provocan no son positivos per se. El adelanto tecnológico es ambiguo. El caso de la máquina industrial es un ejemplo: a pesar de todos los inmensos beneficios que ha producido, la civilización de la máquina ha traído, por ejemplo, un coste en términos humanos y ambientales.Los progresos en la comunicación se diría que han gozado de respaldo unánime. El periódico, el telégrafo, el teléfono, la radio o la televisión han sido vistos como elementos clave para la difusión de la información, ideas y culturas.Sin embargo, paralelamente ha crecido la conciencia crítica alrededor de la llamada "industria cultural". Sobre todo sobre su real impacto en la conciencia de las personas.Está claro que este desarrollo mediático no se puede detener, es absolutamente inevitable. Pero por el hecho de ser inevitable no debe aceptarse a ciegas ni tampoco escaparse de las manos.En este sentido, la televisión ha despertado -y todavía despierta- los más encendidos debates. Si uno lee, por caso, el libro "Homo videns", del italiano Giovanni Sartori, puede quedar preocupado.Allí la TV no se ve como un simple medio que transmite mensajes, sino como un hecho tecnológico que en sí mismo y por sí mismo está transformando la condición humana.¿De qué modo? "La televisión produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender", sostiene Sartori.La primacía de la imagen, es decir de lo visible sobre lo inteligible, lleva a un ver sin entender que ha acabado con el pensamiento abstracto. Al afectar la capacidad cognoscitiva de las personas, éstas mutan radicalmente.La tesis de fondo es que la TV no es sólo un instrumento de comunicación, es también un medio que genera un nuevo tipo de ser humano: el "homo sapiens", producto de la cultura escrita, deviene en "homo videns".En tanto, otros estudiosos están llamando la atención sobre los efectos de la Web. Es el caso de Susan Greenfield, directora del Royal Institution (Gran Bretaña), y especialista inglesa en el estudio del cerebro."Estamos atravesando un nuevo mundo. No diría que es atemorizador, aunque todo lo nuevo da miedo, pero sí que requiere que meditemos sobre él. No podemos atravesarlo como sonámbulos", dijo, en una entrevista con la corresponsal del diario La Nación en Londres.Greenfield sostiene que tecnologías como Internet son "invasivas y expansivas", toda vez que afectan la manera en que pensamos, sentimos y actuamos."Es un mito que la computadora sea sólo una herramienta", afirma. E ilustra este inquietante acerto -parecido al de Sartori respecto de la TV-, señalando que "ahora hay chicos que van a clases de comunicación porque no están acostumbrados al diálogo interpersonal: sólo saben manejarse con una pantalla delante".Según dijo, los más chicos, que manejan una computadora desde temprano, revelan cambios cuando llegan al jardín. Como no saben sentarse quietos - agrega-, cada vez más se multiplican los que reciben diagnóstico de desórdenes de atención.Lo que pasa es que son "chicos acostumbrados a una pantalla que los estimula todo el tiempo. Tocan botones y explotan ruidos y colores. Después entran en el aula y los educadores pretenden que se queden concentrados escuchando a la maestra en la silla", explicó.En suma, parece claro que desde la cultura y la política hay que pararse a reflexionar sobre los efectos de estos cambios tecnológicos sobre los seres humanos.
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