Lo que hace que un país sea competitivo
El término es muy empleado en la jerga económica y pretende describir aquellas condiciones estructurales que hacen posible que una nación crezca en riqueza en el concierto mundial.Una persona o cosa es competitiva, según nos dice el diccionario, cuando "por su calidad o sus propiedades, es capaz de competir con alguien o algo". En el caso de un país, serían aquellas ventajas que tiene en relación con otros, en la competición (o lucha) económica.La literatura sobre el tópico habla de que una nación tiene "ventajas comparativas" y "ventajas competitivas". Las primeras las formuló el economista David Ricardo en el siglo XIX.Ricardo elaboró la teoría de la división del trabajo internacional. Estableció que cada país produciría mejor y más barato aquello para lo cual estaba mejor dotado.Siguiendo este teorema, la "ventaja comparativa" de Argentina reside en la producción de alimentos. Y esto, porque son pocos los países con las tierras fértiles y abundantes que ella tiene.Ahora bien, la "ventaja competitiva" es un concepto más sofisticado. En los libros de economía, el concepto remite a la tecnología de producción, a los conocimientos y capacidades humanas.¿Cómo se mide la competitividad de un país? El Foro Económico Mundial estableció hace tiempo los criterios con los cuales se determina un ranking periódico de competitividad mundial.Esta información, según se dice, ofrece al mundo de los negocios y a los empresarios globales las pistas necesarias para tomar sus decisiones estratégicas.Según el ranking 2010, publicado por el Foro Económico Mundial, Argentina bajó dos posiciones hasta el puesto 87, sobre un total de 132 economías analizadas.El país se ubicó como uno de los destinos menos competitivos de Sudamérica, sólo por encima de Bolivia (108) y Venezuela (122). En tanto, la economía más competitiva de Latinoamérica fue Chile (30), seguida de Puerto Rico (41), Panamá (53), Brasil (58) y Uruguay (64).El descenso de dos peldaños se fundamentó en "factores problemáticos" a la hora de hacer negocios. Los cinco, en orden de importancia, son: seguridad jurídica, inflación, acceso al financiamiento, corrupción e ineficiencia en burocracia del Gobierno.Es decir, la "competitividad" aquí evalúa un cúmulo de factores que en teoría hacen al desarrollo económico. Por ejemplo, un clima macroeconómico estable, un clima institucional basado en el imperio de la ley, los derechos de propiedad, bajo nivel de corrupción, y elevado estándar de transparencia estatal.A nuestro propósito, más allá de la validez de estos criterios, merece destacarse el concepto global de que un país es competitivo por más de una razón, y en esencia por su capital cultural.A propósito, últimamente el discurso en Argentina es la competitividad del tipo de cambio, como si aquí se centrase toda la discusión. Quizá, efecto de esa pasión tan argentina de idolatrar los instrumentos.En los '90 se nos vendió como panacea el "dólar bajo", con el argumento de que obligaba a los empresarios, siempre proclives a vivir del mercado interno y de la sobreprotección arancelaria de papá Estado, a someterse a los rigores de la competencia externa.Ahora resulta que somos fanáticos del "dólar alto" porque defiende la "industria nacional", ayuda a exportar, y favorece el turismo. Si esto fuese así, ¿cómo es que no se nos ocurrió antes? Y en cualquier caso, ¿qué espera el mundo para imitarnos?Pero la competitividad de un país, a juzgar por los factores que involucra, de índole socio-cultural-institucional, parece ir mucho más allá de una coyuntura cambiaria.
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