VIRALES Y VIOLENCIA ECONÓMICA
Lo que Shakira nos dejó
Es, sin lugar a dudas, el tema de la semana. Todo el mundo ha opinado sobre la nueva canción de la colombiana y Bizarrap, el productor argentino de 23 años que sigue rompiendo records. Más allá del debate entre defensores y detractores, es una buena oportunidad para discutir lo que sí importa, por encima de las intimidades de los ricos y famosos. Estereotipos, violencia económica y valores en pugna. Un dato: las mayorías empobrecidas nunca tendrá, si quiera, un Renault Twingo.
Por Luciano Peralta
De repente, de un plumazo, las apostillas del mundial ganado hace 27 días, y los pormenores del juicio contra los rugbiers cedieron el centro de las pantallas y todos, o las mayorías consumidoras de noticias, al menos, empezamos a ver por todos lados las diversas reacciones que generó el lanzamiento de la nueva “BZRP Music Sessions Vol. 53”, que tiene a Shakira y al DJ argentino Bizarrap (Gonzalo Julián Conde) como protagonistas.
Esta columna, claro, es una más de esas reacciones. Es que la masividad del tema -al momento de escribir estas líneas sumaba más de 78 millones de vistas en YouTube, en apenas dos días- casi que no nos deja opción. ¡Algo hay que decir! Y no se trata de amontonar elementos para cuestionar o defender a la canción o a la artista colombiana. Creo que, como todo fenómeno de masas, puede resultar una buena oportunidad para poner sobre la mesa algunas cuestiones que, lejos de los dilemas personales de los ricos y famosos, tienen una fuerte incidencia en la vida cotidiana de nuestras sociedades.
¿Himno feminista o discurso funcional? ¿Mujer empoderada o reproductora de estereotipos?
Ni tan blanco, ni tan negro. Más allá de que la dinámica de las redes sociales nos tienta permanentemente a tomar posición por todo lo que más o menos genera debate, estas líneas pretenden (¡y solo pretenden!) salirse de esa lógica dañina que más que construir caminos de entendimiento y acuerdo, tiene a la polémica como única finalidad.
Primeramente: no todo el discurso de una mujer es feminista. Segundamente: ser críticos del discurso de una mujer no nos convierte en antifeministas, para nada. Terceramente: dejemos el feministómetro de lado. O al menos intentemos.
Entonces, dicho esto, ¿qué nos dejó Shakira y su megahitazo? Algo de confusión, de entrada. Porque no deja de ser la Shakira de siempre, despechada por un varón malo e inescrupuloso que la engañó y la cambió, como quien cambia de auto, por una veinte años más joven, por una ‘robamaridos’ que compara con un reloj Casio y un Renault Twingo, mientras ella misma se autopercibe Rolex-Ferrari. Y acá los valores del mercado triunfante, reflejados, también, en muchas de las letras de artistas que han sido tocados por la varita de Bizarrap: ¿Qué es el éxito si no una Ferrari roja, un Rolex en tu muñeca y una Shakira sentada a tu lado?
Pero no sólo hay despecho en la letra de la colombiana, este coexiste con una suerte de empoderamiento (sin perder de vista que la empoderada es una millonaria y exitosa artista internacional) traducido en la frase “las mujeres ya no lloramos, las mujeres facturamos”. Si bien es cierto que las mujeres sí siguen llorando (y, cada vez más, los hombres también) y que la que factura es una minúscula minoría privilegiada, también es cierto que la frase habilita un análisis mucho más profundo. El de la violencia económica, esa que lastima con más fuerza a las mujeres que menos tienen en términos materiales.
En criollo: Shakira tendrá otros problemas, pero no está obligada a compartir el mismo techo con su marido adúltero por una cuestión económica, ni le debería ser un problema económico que el padre de sus hijos no le pase la cuota alimentaria, como sufren 7 de cada 10 mujeres en la provincia de Buenos Aires, según el mapeo realizado por el Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de ese distrito.
Esas son sólo algunas aristas de la violencia económica. De las más repetidas entre quienes, por estos días, nos la pasamos opinando de la suerte de la familia Piquet- Mebarak Ripoll (tal, el apellido de la cantante).
Pensándolo bien, las que sí facturan y también lloran son las monotributistas de este lado del mundo. Precarizadas hasta límites insospechados (como cuando es el propio Estado el que precariza), millones de trabajadoras se ven en la encerrona de rescindir derechos laborales o perder el empleo. Los motivos para llorar sobran.
“Las mujeres ya no lloramos, las mujeres facturamos”. Cada quien hará con esa frase lo que pueda, en lo personal me parece que habla más de la propia vida de Shakira que de reivindicaciones feministas. Aunque, es bien cierto también que la frase por sí sola bastó para volver a traer a las pantallas (y también al papel de diario, en este caso) los problemas que sí condicionan y determinan realidades.
¿Cuántas personas con Ferrari conocés? Eso no importa.
¿Cuántos hijos e hijas que no reciben ni dinero ni tiempo de sus padres? Eso sí importa. El problema está acá y es un drama para muchas. Habilitar ese debate, así sea de rebote, creo que fue el mayor aporte de la canción de Shakira.