Los cambios en la condición femenina
En la dinámica de los sexos, probablemente la situación sociológica de la mujer es la que más mutó el último tiempo, aunque el balance de ese cambio sea ambiguo.Tras la revolución feminista contra la sociedad "machista y patriarcal", que entre otras cosas supuso una mayor inserción de la mujer en la vida laboral y social, la condición de ésta no para de sufrir cambios.Por lo pronto, el modelo de que los hombres ganaban el pan, mientras las mujeres se ocupaban exclusivamente de lo doméstico, quedó en el pasado. La masiva incorporación de éstas últimas al mercado laboral trastocó sustancialmente esos roles.Concatenado con estas transformaciones de índole económica, la familia sociológica dejó de ser lo que era. Por ejemplo: la tasa de divorcios aumentó y aparecieron nuevas formas de vida matrimonial y familiar (cohabitación sin casamiento, hogares monoparentales y familias "ensambladas").Otros cambios se vinculan al hecho de que el matrimonio comenzó a concertarse más tardíamente, mientras la tasa de fertilidad declinó drásticamente, a caballo de la aceptación de las prácticas anticonceptivas.Como no podía ser de otro modo, el hombre sufrió el impacto de estos cambios, dentro del núcleo familiar. La figura paterna, de poderosa y dominante, devino en ausente y distante.Se trata de mutaciones a nivel universal, más allá de que los países tengan su peculiaridad. Está claro, por lo demás, que es Occidente quien las lidera, frente a un Oriente siempre más tradicional en esta materia.En Argentina hay distintos indicadores que describen la condición social de la mujer. Por ejemplo, son mayoría en las universidades, estudian cada día más y llegan tan capacitadas o más que los varones.Y aunque van a la par de los hombres en el mercado laboral, sus remuneraciones son inferiores. Según los estudios, a igual calificación, menor sueldo.El porcentaje de las mujeres que trabajan es similar al de las que se encuentran inactivas, mientras que entre los hombres la gran mayoría se encuentra ocupado (73%).En el 35% de los hogares las mujeres son jefes de hogar, el otro 65% está presidido por los hombres. En relación a los hombres, la proporción de mujeres obreras o empleadas es mayor.Quizá el dato más impactante sea que 1 de cada 3 hogares tiene "jefa". Se trata de mujeres que se animan a criar a sus hijos solas, mientras estudian y/o trabajan.En los últimos 25 años se triplicó el número de madres solas: el 10% son separadas o divorciadas y el 5% solteras, cuando en 1985 las cifras eran 4,1% y 0,8% respectivamente.En 1985, en tanto, el 85% de las madres eran casadas, cuando hoy lo está el 55%. Entonces sólo el 7,8% eran concubinas mientras que en la actualidad el 30% no pasó por el registro civil.Los análisis sociológicos de género, revelan que la mujer tiene una sobrecarga de tareas al interior del hogar. La mayoría de las madres tiene un trabajo extra-doméstico, pero que se suma al que ya tiene en casa.Es decir, pese a que trabajan afuera, continúan siendo las principales responsables de las tareas del hogar y de cuidado. Esta doble jornada de trabajo entre las mujeres, por lo general presiona para que los hombres asuman una paternidad más comprometida, lo que suma tensión en la familia.En términos sociológicos, parece claro que el proyecto de vida de la mujer ya no está centrado solamente en ser madre ni en las tareas domésticas.La educación, la profesión y el desarrollo personal entran dentro de su horizonte existencial. Aunque el proceso se vive como una emancipación del género, en un punto no está exento de dificultad y ambigüedad.
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