
Scioli nunca debe haber pensado que sus amagues de juego propio le costarían tan caros. Suponía que, al final del camino, primaría el sentido común y la Nación le giraría los fondos necesarios. Pero todo tiene un final.
Jorge Barroetaveña El final llegó con el anuncio del Ministro de Economía Lorenzino: apenas 1.000 millones de pesos para Buenos Aires, lejos de los 2.400 que necesitaba.La situación política y financiera del mayor distrito de la Argentina quedó brutalmente expuesta en las últimas horas. El territorio que concentra el 40% de la actividad económica y un porcentaje similar de población, no tiene ingresos suficientes para pagar los sueldos y el medio aguinaldo de los 439.000 empleados que tiene. ¿Será Scioli un muy mal administrador o la Nación se queda con fondos que no le corresponden?Es que la crisis internacional, el argumento preferido del kirchnerismo para explicar lo que sucede en estos días, descorrió el telón del escenario y dejó al descubierto otra vez, la glamorosa dependencia de las provincias de la Nación. Y no hay posibilidades de disimularlo con el envío de fondos para obras o subsidios directos.El desfinanciamiento de las provincias es tal, que sus fondos, ni siquiera les alcanzan para pagar los sueldos y tienen que salir a contraer deuda para hacer frente a sus compromisos. El caso más patético es el de Scioli, que salta a la luz, por el divorcio en marcha con el gobierno nacional. Es probable que el gobernador bonaerense nunca haya imaginado que le soltarían la mano o lo dejarían expuesto a un conflicto gremial de dimensiones, pero pecó de ingenuo.El anuncio de Hernán Lorenzino fue una daga en el corazón sciolista, tanto que hasta dejó mal parado al Vice Mariotto que había anunciado la semana pasada, que la provincia cumpliría "en tiempo y forma" con el pago de los sueldos y el aguinaldo. Es que los gestos de rebeldía de Scioli ya superaron todos los límites y hay que ponerles coto.Claro, el costo es alto, aunque habría que discutir para quién. La orden de la Presidenta fue clara: 1.000 millones y nada más. Y además se monitorea cómo es el gasto en la Provincia de Buenos Aires. Con la movida, se logran dos cosas. Avisarle al ex motonauta que la telenovela llegó a su término y hacerlo copartícipe del sacudón del ajuste.Hasta ahora Scioli había piloteado el bajón de recursos, consiguiendo la reforma impositiva que buscaba y aumentando los impuestos. Pero no podía llevársela de arriba. Su gesto en los últimos días de no condenar el paro de Moyano rebasó la paciencia presidencial, en medio de los tironeos por sus ambiciones para el 2.015.Lo peor es que Buenos Aires no es la única provincia que tiene problemas, aunque sí la más emblemática. Córdoba se apresta a reclamar vía Corte Suprema los 1.000 millones que le debe la Nación a su caja de jubilaciones y asiste con preocupación al parate económico. La venta de maquinarias agrícolas está parada desde hace tres meses al menos y una fábrica símbolo como Renault resolvió suspender personal por el conflicto exportador con Brasil.En La Pampa cerró uno de los frigoríficos más grandes del país y la famosa fábrica de aceitunas Nucete hizo un anuncio similar por las trabas que imponen los brasileños. Las señales se van juntando una por una hasta hacer un combo riesgoso. Igual, una buena noticia sacudió el viernes los despachos del Banco Central y llegó volando al sur: la fuga de depósitos en dólares se desaceleró en las últimas dos semanas, aunque el cepo cambiario ya le costó al sistema el 40% de sus ahorros en moneda norteamericana.Pero los datos de la economía están contaminados por la política. La semana que terminó ayer fue complicada para la Casa Rosada, manifestación de Moyano en Plaza de Mayo de por medio. El líder camionero estuvo lejos de satisfacer las expectativas que tenía sobre la movilización, y sabía de antemano que el efecto del paro sería casi nulo en la vida cotidiana. Y apostó todo a la gente en las calles y no fue lo que esperaba.En el gobierno tomaron debida lectura y se preparan para darle el golpe de gracia: esta semana el Ministro Tomada anunciaría que su cartera desconoce el Congreso Confederal del 12 de julio para renovar autoridades de la CGT. Eso y dejar al camionero a la intemperie es casi lo mismo.Pero los costos de los tiempos políticos turbulentos que se viven, no son flacos para nadie, ni siquiera para la Presidenta. Su imagen, desde diciembre del año pasado, cayó casi 25 puntos, aunque aún se mantiene en cifras altas cercanas al 45%, algo no malo para quién atraviesa su quinto año en la Casa Rosada.Hay, sin embargo, un dato sugestivo: por primera vez en los últimos tres años, la sociedad desaprueba la gestión económica, un pilar del kirchnerismo y sus años en el poder. La ausencia en el discurso oficial de palabras como inflación o poder adquisitivo se han vuelto, a esta altura, francamente insostenibles.Los discursos presidenciales son comentarios de la realidad. Quedará en la historia el reto que les propinó a los gobernadores a quienes acusó de malos administradores. Pero esa ausencia de realidad, ha empezado a pasar facturas.Los pocos voceros oficiales que tienen acceso a la intimidad del poder, afirman que agosto será un mes clave. ¿Por qué? Porque se vencen los Boden 2012 y la Argentina está juntando dólar sobre dólar para poder pagar y honrar esa deuda, que se originó por la crisis en los albores de la década pasada.¿Será el punto de inflexión? Hay problemas que no esperan y ya no es posible mirar para otro lado. Moyano o Scioli son árboles que tapan el bosque. Apenas eso. Pero parece que no se dan cuenta.