EL COVID Y LA EDUCACIÓN
Los más afectados: quienes transitan los últimos años de la secundaria y las personas con discapacidad

La licenciada en Educación Irene Kit asegura que estos son los dos "grandes grupos de damnificados" por la pandemia, aunque también reconoce que "todos nos vimos afectados". La reconocida pedagoga se refirió a los desafíos de la educación formal e informal post Covid.
La pandemia ha acelerado muchos debates en el mundo. En Argentina, más allá de la disputa presencialidad sí, presencialidad no -teñida de disputa política más que pedagógica-, una de las posiciones que cada vez cobra más fuerza es la necesidad de revisar el rol de la escuela. Y no es una discusión que pueda darse el lujo de tomarse mucho tiempo. La llegada de vacunas y la inmunización de buena parte de la sociedad nos anima a pensar en el mundo post pandemia. A ello se refirió, días pasados, Irene Kit, licenciada en Educación (UBA), pedagoga y responsable de las pruebas PISA 2018 en Argentina. Lo hizo en ElDía desde Cero (FM 104.1). Consultada por el escenario post pandemia, expresó: “Imagino algo que es obligación de todos los que estamos en educación, ya sea como funcionarios, investigadores o docentes, que es ofrecerles, a las familias y a los estudiantes, un plan. Una estrategia muy clara, potente y convocante para recuperar este tiempo y potenciarlo”. “Con algunos colegas empezamos a coincidir en que es necesario centrar la atención en los estudiantes que están en los dos últimos años de cada nivel, principalmente en el nivel secundario. Ellos requieren un plan muy intensivo, que requerirá más tiempo de clases, de encuentro y demás, para que el título de los jóvenes que terminan el secundario en el 2020, 2021 y 2022 no acabe siendo una mala palabra”, expresó.
Así mismo, habló de “dos grandes grupos damnificados”, uno son los estudiantes de la escuela secundaria, sobre todo lo de los últimos años, y el otro los estudiantes con discapacidad. “Ya antes de la pandemia se producían abandonos, eso puede haberse acrecentado, pero aun los que no abandonaron es probable que tengan aprendizajes débiles. Imaginate un estudiante de la escuela técnica después de dos años sin taller”, ejemplificó Kit. Y continuó: “El otro grupo son los estudiantes con discapacidad, intelectual, motora, sensorial. Han sido terriblemente perjudicados. Aquí hay que triplicar el compromiso, porque no se va a volver a donde se estaba antes (de la pandemia) ya se retrocedió”. Más allá de estos grupos, la pedagoga entiende que “absolutamente todos nos vimos afectados”, ya que “no hay manera de mantener la atención por más de cuatro horas en zoom, y sin atención no hay manera de aprender”. “Debemos aceptar eso para empezar a solucionarlo. Si entendemos solamente que la conectividad soluciona, estamos perdiendo de vista que el ser humano aprende en contacto con otros”, remarcó quien es presidenta de la asociación civil “Educación para todos” y parte de la organización “Argentinos por la Educación”. “No podemos darnos el gusto que tener las escuelas totalmente cerradas. Tiene que haber, por lo menos, guardias para que se desarrolle un club de lectura, un club de ciencias, etc. Como una colonia deportiva, que es bienvenida, pero que lo que se ejercite sea el usar la cabeza”, apuntó la especialista, quien, por un lado, reconoció la importancia de los 180 días de clases, mientras que, por otro, remarcó la necesidad de poner la lupa en la educación informal. “Los chicos pueden aprender ayudando a cocinar en la casa o en cualquiera de las actividades que realicen sus padres. Ellos tienen intereses diversos, que pueden ser coleccionar piedritas, figuritas de autos, de dinosaurios o cualquier otra cosa. Si les proponemos un plan para que organice, escriba sobre el tema, arme un álbum, etc., ese chico va a seguir desarrollando sus actividades en casa, fuera de la escuela”, ejemplificó. Y, en esta línea, fue por más: “Entre los subsidios que se dan a las familias, que está muy bien darles dinero para comprar comida, por qué no ponemos un bono para que los chicos puedan elegir un libro, un manual de escuela o un libro de lo que sea, de cohetes, de manualidades, de rap o lo que sea. Pero que tenga que leer. De esta manera podemos tener muchas horas de aprendizaje por fuera de la educación formal”. Kit propone profundizar la manera de entender el rol de la escuela y apunta a “potenciar un tipo de aprendizaje que desarrolle capacidades para la vida cotidiana presente y futura”. Por que “no va más eso de ‘tenés que estudiar el movimiento rectilíneo uniformemente acelerado porque hay que estudiar la física’. Ese movimiento es un concepto teórico, no existe en la realidad. Y, sin embargo, si andás en skate o en bicicleta estás aplicando la física. ¿Por qué no aplicamos esas situaciones de la vida cotidiana para enseñar? Seguro que de esa manera podemos despertar interés, algo que está faltando mucho en el sistema educativo”. Por último, la educadora volvió a referirse a la necesidad de estar preparados de la mejor manera posible para el escenario post pandémico. Y así lo retrató: “La primera infancia va de los 0 a los 8 años, porque en esa etapa hay un gran crecimiento del desarrollo cerebral y muchísima capacidad de aprendizaje. Es muy probable, y no me importa que no haya una medición estandarizada nacional, que los niños que hoy están en primero y segundo grado tengan débiles aprendizajes de lectura y escritura. Si tenemos un plan, eso se puede recuperar. Lo que no podemos hacer es volver a las aulas después de dos años y hacer de cuenta que no pasó nada”, alertó.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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