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“Los niños tienen derecho a una vida sana y cuidada”: el testimonio de una familia de abrigo de Gualeguaychú
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Silvia tuvo una infancia difícil y fue criada por sus hermanos. Ya de grande y con un mejor pasar, decidió ayudar a niños en situación de vulnerabilidad y recibió a Matilda en su casa. Junto con su hija de 22 años, dieron a la pequeña la contención que ella no tuvo de niña.
El Programa Familias de Abrigo tiene como objetivo brindar un ambiente familiar transitorio a un niño o niña de 0 a 2 años, sin cuidados parentales, que garantice la protección integral de sus derechos. En este sentido, impone a sus custodios la obligación de velar por el cumplimiento del ejercicio de sus derechos, lo que implica atender sus necesidades nutricionales, afectivas, vinculares, educacionales, de salud, de identidad y recreación. Es un programa de acogimiento temporal, por lo que los postulantes no pueden estar anotados en el registro de adopción.
Este fue el anunció que vio Silvia, una mujer de la ciudad que decidió brindar su tiempo, atención y cariño al servicio de las infancias, y hace poco más de un año, decidió inscribirse en el programa.
“La idea surgió de la necesidad de hacer algo para ayudar, sobre todo porque tuve una infancia compleja. Me criaron mis hermanos mayores y sabemos lo que es pasar hambre, había días que no teníamos para comer. De hecho, tuve que dejar de estudiar para trabajar, tuvimos esa experiencia de no tener papá y mamá que estuvieran con nosotros. Sin embargo, hoy gracias a Dios tenemos para comer, casa y trabajo. Entonces, quería devolver un poco de lo que Dios me dio de más grande”, relató Silvia sobre qué la motivó a abrir su casa.
Para poder ser parte del programa, debió presentar diferentes documentos y pasar por una entrevista con una psicóloga y una trabajadora social: “Te piden los antecedentes penales, cuánto cobras, cuántas personas viven en la casa, la razón por la que elegiste inscribirte. También la entrevistaron a mi hija de 22 años que vive conmigo. Los papeles fueron a Paraná y un día nos llamaron por teléfono para confirmarnos que habíamos entrado en el programa. El primer pedido de acogida que nos hicieron fue de dos mellizos, pero no me animé, iba a ser la primera vez y dos niños al mismo tiempo era mucho para mí. Así que la segunda vez que me contactaron era para una bebé y les dije que sí. Muchas personas creen que la familia de acogida tiene que tener dinero o una casa grande, pero lo que buscan es que brindes cuidado y cariño a los niños”.
La primera vez que vio a Matilda, una niña de poco más de un año, Silvia experimentó compasión y amor: “El día que la trajeron fue muy triste porque llegó con las manos llenas de ampollas, no estaba bien alimentada y estaba sucia. Y al mismo tiempo fue amor a primera vista. Le dimos un baño y le dimos de comer. Inmediatamente pasó a ser parte de nuestra familia. Es imposible no encariñarse, aunque te dicen que no lo hagas”.
Durante un año, Matilda vivió con Silvia y su hija, y las adoptó como mamá y hermana. Incluso, la pequeña llegó a decirle tíos al resto de los familiares.
“La experiencia te llena el corazón, sobre todo cuando sabes que le estas dando cariño a una niña que lo necesita, para mí fue muy sanador. Era nuestra bebita. Incluso, le festejamos su cumpleaños número dos como si fuera una más de la familia. Salimos todos a cenar a un restaurante que tiene pelotero y le encargamos una torta. Durante su estadía en mi casa, iba a guardería para estimulación y para que jugara con otros niños. Se convirtió en una uno más de la familia. Es imposible tratarlos de otra manera”, manifestó de todo corazón Silvia.
La parte difícil vino después, cuando el Copnaf entregó a Matilda a su padre: “Es importante el cuidado de los niños, darles atención, sacarlos un poco de la tecnología y que vivan una vida sana. Los niños que pasan por este tipo de situaciones, deben tener una gran ayuda, aunque se piense que no se van a acordar. Mi mamá se fue cuando tenía 4 años y me acuerdo, eso me marcó mucho. Por eso, es importante que se los apoye psicológicamente”.
Silvia contó que las familias de abrigo no pueden recibir a niños que sean de la propia ciudad por seguridad y que no pueden mantener contacto una vez que ya no están bajo su cuidado. Sin embargo, pueden hacer llegar a través del Copnaf regalos y elementos que crean que son necesarios para el menor: “Para este Día del Niño, le vamos a hacer llegar algunos regalos a Matilda, nos gustaría verla, pero no podemos. Siempre le estamos enviando algo. Ahora lo que ella más necesita es que su papá pueda terminar el hogar en el que viven, ya que es sólo una pieza. Como la situación nos movilizó a todos, voy a dejar que pase un tiempo antes de volver a recibir a un niño en casa, sobre todo porque te encariñás, pero no descarto en el futuro abrir mi casa y mi corazón a quien lo necesite”.