EL DEVENIR DEL PLAN MOTOSIERRA
Los números grandes sonríen, pero los chicos no paran de crujir

La macroeconomía es la que mejores noticias le trae a Milei. Lo demás sigue en una nebulosa de difícil interpretación, cuyo destino se ignora y genera más incertidumbre. La iniciativa siempre la tiene el Gobierno: es el que planta los temas y el resto corre detrás.
El debate desde que la administración libertaria sentó sus reales en la Casa Rosada es quién iba a pagar el ajuste. La promesa de campaña le apuntó a la casta, lo que provocó una ola de empatía social pocas veces vista. El hastío con una clase dirigente que fracasó hizo tronar el escarmiento. Esa promesa, que hizo el candidato presidencial Milei, es el corazón de su consenso. Si el ajuste lo terminan pagando los mismos de siempre, el sistema se lo terminará comiendo.
El estilo de conducción es otra cosa. El Presidente está rodeado por tres o cuatro personas de confianza y decide en ese círculo íntimo del que, obviamente, no forma parte la vicepresidenta Victoria Villarroel. Hace pocas horas confirmó que se enteró por los medios de la propuesta del Juez Lijo y el académico Mansilla para la Corte Suprema de Justicia. El detalle es que es en el Senado donde el Gobierno se jugará la ropa para conseguir la aprobación. Es extraño porque ni el Ministro de Justicia Cúneo Libarona sabía que se iba a hacer el anuncio. Parece un problema más, no urgente, a la montaña de demandas que hay. Queda ratificado, una vez más, que el Presidente no le huye al conflicto. Es como avisó en su último discurso: si me buscan me van a encontrar.
Lijo es Juez Federal y es uno de los ejemplos más pintorescos de la casta judicial. Con actuaciones cuestionables, rozado por escándalos de tráfico de influencias y con denuncias pendientes en el Consejo de la Magistratura. ¿Es el perfil anticasta? ¿Tiene una trayectoria impecable para aspirar a integrar el máximo tribunal de la Argentina? Estos cuestionamientos no abarcan, claro, los temas de género porque el sillón de Highton de Nolasco le correspondería a otra mujer. Motivo de reclamo ya de asociaciones del sector que pusieron el grito en el cielo. Y está bien.
En este mar de rarezas, el entorno de Milei cree que la mayor parte de los gobernadores peronistas apoyará la candidatura de Lijo. Una voltereta del destino que necesite de los votos peronistas para respaldar su iniciativa. Tampoco nadie asegura nada. Todos saben los difícil de asir que son los caciques del interior, salvo que el paquete a negociar sea atractivo.
Lo de Lijo nació herido, no sólo por el fuego ajeno, también por el propio con las críticas de la Vicepresidenta. Parecía innecesaria otra polémica, aunque el Presidente se percibe cómodo en estas situaciones.
Mientras tanto y después del rechazo del DNU en el Senado, las negociaciones con las provincias están trabada. Ya desfilaron todos los bloques más o menos afines, pero hasta ahora sin resultados concretos. Tan larga se hace la espera que Milei decidió sacar por decreto el ajuste de las jubilaciones desde el mes que viene. Quedará entonces sepultada para siempre la fórmula que hizo aprobar Alberto Fernández y fue perjudicial para los jubilados. Ahora, como antes, el debate es el famoso “empalme”. Cómo se hace para cubrir el paso de una fórmula a otra para que los jubilados no sigan perdiendo. Después el ajuste será por inflación mensual según el Indec.
Como una tabla de salvación los números de la macroeconomía le dan buenas noticias al Gobierno. Siguen subiendo los bonos, baja el riesgo país y el mercado le sigue vendiendo dólares al Banco Central. La apreciación del peso está provocando el efecto inverso a lo que pasó antes de diciembre. El precio claro es la retracción de la economía, con el desplome de los niveles de consumo como bandera. La inflación de marzo, contra lo que se pensaba, podría dar otra vez a la baja. Para refrendarlo se patearon ajustes de tarifas de gas y transporte para el mes que viene. Igual que el reclamo público de Caputo a los supermercadistas para que eliminen las promociones y bajen los precios. “Milei no se va a ir”, le dijo a un grupo de empresarios que lo escuchaban con atención en una reunión a principios de semana. Es que el club del helicóptero, el mismo que lanzó el delirio de “Pichetto Presidente” en los últimos días, no descansa. La Argentina asiste a otro experimento político inédito en su historia. Venimos del peronismo de dos cabezas, a una derecha con poco poder institucional, pero mucho poder político. Y una lluvia de votos.
Milei navega entre su propia determinación para los cambios y la toma de decisiones y la resistencia que generan sus políticas. Mientras sea sólo la casta la que se aferre al pasado, tendrá menos dificultades. Si los cuestionamientos aparecen de los que lo encumbraron otra puede ser la historia. ¿Se dará cuenta de eso?