Los que se anotan para la sucesión empezaron a mover las fichas
Si la reelección murió oficialmente el 8N, ese mismo día nació la pelea por la sucesión. Es que el gobierno, con sus propias torpezas apuró los tiempos y dejó sin alternativas a la Presidenta. Ahora la carrera tiene fecha de llegada y, desde el último cacerolazo, de largada.Jorge BarroetaveñaEl gran desafío del kichnerismo es garantizar ahora que puede sucederse a sí mismo. Que es un proyecto político que excede los nombres propios y el modelo nacional y popular puede atravesar las sucesivas administraciones. Claro, el desafío se divide entre los que sostienen que algunas transformaciones son definitivas y no hay vuelta atrás y los que sospechan que la militancia rentada desaparecerá como por arte de magia el día que la Presidenta deje el poder.La pregunta es obvia. ¿Qué hay detrás del kirchnerismo? ¿Qué es lo que le da sustento? La Presidenta, desde las elecciones del año pasado en las que obtuvo su reelección resolvió consolidar su alianza con La Cámpora, ampliando el paraguas de Unidos y Organizados. El Partido Justicialista fue condenado a la inexistencia, tanto que su conducción actual hace meses no se reúne. Los dejó pintados y le abrió las puertas definitivamente a los que ella considera más confiables. Esta historia de recelos mutuos, entre la Presidenta y las estructuras históricas del peronismo no es nueva, viene desde los tiempos de Néstor Kirchner, aunque el ex presidente la sobrellevaba mejor. Cristina nunca pudo ver a los caciques del Conurbano ni a los gobernadores de algunas provincias. Huele en ellos la traición a flor de piel (hace bien) y desconfía de muchos de sus actos. Por eso prefiere cobijar a esos jóvenes de escasa militancia pero mucho aparato que, desde La Cámpora, ocupan lugares de poder cada vez más importantes. Con el 54% de los votos el año pasado supuso que buena parte del camino estaba recorrido. Que podría prescindir de algunos y recostarse en las organizaciones populares que abrazaron la causa. En la lista de los réprobos pasaron a estar los sindicalistas con Hugo Moyano a la cabeza. El camionero hace rato dejó de ser funcional al modelo. El y la mayoría de los sindicalistas, aunque a varios por una cuestión de tiempos los tiene que seguir soportando.Daniel Scioli y otros mandatarios, como De la Sota en Córdoba, siguen en la mira. El cordobés ya está alzado y el miércoles dio una nueva muestra, con un encontronazo con la Ministra Débora Giorgi. De la Sota sabe que la Ministra es de las pocas funcionarias que tiene llegada directa a la Presidenta. Sabía que molestarla a ella era lo mismo que incomodar a la primera mandataria. Entre abucheos y reprobaciones, Giorgi tiró el micrófono y se fue ofuscada. Unas horas después Abal Medina denunció que le habían tendido una emboscada. Pero De la Sota ya está en carrera desde hace tiempo y aprendió a convivir con las estrecheces que le vienen del gobierno central. Lo de Scioli es diferente porque su grado de dependencia es mayor y la provincia de Buenos Aires es estratégica en el armado de cualquier proyecto nacional.En silencio, el bonaerense estuvo el último fin de semana en La Rioja, hablando con su actual gobernador. Desde hace 15 días le dio impulso definitivo a LA DOS, una nueva corriente interna destinada a apuntalar a la Juan Domingo y ya trabaja en el armado de las listas para el año que viene. Scioli no quiere sorpresas, aunque sabe que la pelea con el kirchnerismo por esos lugares será feroz. Sus canales de comunicación con Sergio Massa en Tigre siguen tan abiertos como siempre. Tanto que no son pocos los que desconfían y sostienen que ambos ya tienen abrochado un acuerdo, fortalecido en los últimos días. Massa iría por la gobernación y Scioli por la Presidencia, si es que la re-re queda para siempre en el camino. ¿Será por eso que ambos prefirieron el perfil bajo después del cacerolazo del 8N y ninguno abrió la boca?En el kirchnerismo no son tontos y lo saben y por eso tratan de esmerilar a Scioli fortaleciendo la relación directa con los intendentes. Claro que tampoco los fondos son los que eran antes. Este 2012 fue un año de ajuste y los fondos no fluyeron como antes. Para el 2013 las promesas son de aumentos aunque la desconfianza gobierna la relación. También en esos pliegues profundos se debilitan los lazos que, indefectiblemente, deberían ser recuperados para tener chances en las legislativas del 2013.En el kirchnerismo hoy reina una confianza particular, más sustentada en las carencias ajenas que en los méritos propios. Admiten que un sector de la clase media está enojado y es probable que esa misma sensación atraviese transversalmente a la sociedad y alcance a otros sectores que han sido su fortaleza. Pero descansa en la ausencia de un liderazgo contundente que hasta ahora no se ha manifestado. Ningún político opositor se ha rebelado capaz de canalizar todas o parte de esas demandas y en ese vacío se apoyan las expectativas oficiales.Pero es jugar con fuego. En esta Argentina caótica de liderazgos fugaces, nadie puede asegurar que esa persona no aparezcamañana y se monte en los cuestionamientos al modelo. Al cabo, lo que pasó en el 2009 es un antecedente fresco: ¿quién hubiera pensado que un ignoto como De Narváez podría ganarle a Néstor Kirchner? Con un par de frases ingeniosas, una imitación popular y varias apariciones televisivas, le asestó al gobierno su primera derrota electoral y lo dejó contra las cuerdas. Encima, las legislativas del año que viene, asoman parecidas a aquellas, con todos los riesgos que implica para el oficialismo.La Presidenta está ante su máximo desafío en los meses que vienen: garantizar que los logros del kirchnerismo la trasciendan. Igual eso no dependerá exclusivamente de ella. Buena parte le corresponderá decidirlo a la misma sociedad que la llevó hasta ese lugar.
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