Los saqueos interpelan al poder público estatal
Lo ocurrido en el sur de Santa Fe primero y luego en la ciudad de Córdoba, donde tuvieron lugar robos y destrozos a comercios, cuestiona si el Estado está en condiciones de garantizar el orden público.La foto de estos días de furia en esos territorios trajo a la memoria lo sucedido el año pasado en Bariloche y en el norte de la Provincia de Buenos Aires, cuando se acercaban las fiestas de Navidad y Año Nuevo.¿Qué pasa? ¿Acaso hay que acostumbrarse a los saqueos y corridas en esta época? ¿Hay algo en este mes de diciembre, cuando se suele desatar una fiebre consumista, que invita a alguna gente a asaltar negocios de comestibles y electrodomésticos?A juzgar por la declaración de los funcionarios públicos los desbordes este año no estarían asociados a un problema social acuciante. Estos estallidos no tendrían conexión con los que hubo en 2001, donde mucha gente saqueó supermercados para comer.Si no hay hambre, entonces, ¿qué motiva el descontrol social? ¿Sólo vandalismo? "Hay un importante componente delictivo en estas maniobras para llevar tensión y conflicto a la sociedad", dijo el secretario de Seguridad, Sergio Berni, respecto a los robos.En el caso de Córdoba, donde ya se confirmó la muerte de un joven, la situación de caos y tensión coincidió con un acuartelamiento policial, motivado por un reclamo salarial de los uniformados.Quiere decir que en ausencia de agentes y patrulleros en la capital cordobesa, a causa de una huelga de la policía, grupos de delincuentes habrían desatado robos a mansalva. Visto en estos términos, los episodios de pillaje y violencia tendrían una causalidad específica: el retiro de los guardianes del orden.Es decir, una metáfora de lo que ocurre cuando el Estado, a través de su fuerza de seguridad, afloja su cerrojo y las cadenas del orden legal. Entonces la anarquía se apodera de las calles.El otro flanco del conflicto es la mayor protesta policial de los últimos años en Córdoba. Según trascendió, un agente cobra unos 6.000 pesos de bolsillo; y su salario básico es de 2.500 pesos. Los policías cordobeses reclaman un salario mínimo de 13.000 pesos.Frente a estas cifras cabría preguntarse: ¿difiere la situación salarial de los uniformados de Córdoba de la de agentes de otras provincias? ¿Acaso hay que temer planteos similares en sitios diversos del territorio nacional?A todo esto el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti reveló que hay 72 detenidos por los intentos de saqueos en el sur del Gran Rosario, y atribuyó la ola a provocadores políticos o a alguna banda de narcos.Al mismo tiempo emitió una señal de alerta para el resto de los gobernadores e intendentes del país: un intento de saqueo se empieza a contagiar y se transforma en un fenómeno en cadena.Esos episodios de violencia generan una situación objetiva de anarquía, lo que causa pánico en el resto de la sociedad. Más allá de las dinámicas territoriales, y de sus implicancias políticas, estos episodios ponen en jaque al Estado en su conjunto, cuya misión histórica es justamente mantener el orden público.Aunque se diga que el hombre es sociable por naturaleza, no debe perderse de vista que también es un animal que tiene tendencias antisociales. Frente a esas fuerzas disociativas, la colectividad ha debido oponer una fuerza artificialmente organizada que es el poder público, en suma, el Estado.Cuando el caos reina en las calles, cuando la legalidad no rige en ellas, ese Estado fracasa y se revela impotente. La colectividad entera, entonces, está inerme ante el capricho de los saqueadores.
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