Los sueños de grandeza del país de Mahatma Gandhi
La enigmática India, que en el imaginario occidental es una tierra asociada al misticismo, ha devenido en potencia emergente. ¿Aprobaría Mahatma Gandhi, el padre de la independencia india, este giro modernista y pro occidental de su país?Los analistas internacionales vienen dando cuenta de una carrera económica y tecnológica protagonizada por dos rivales: India y China, dos países asiáticos asociados en el pasado al atraso y al tradicionalismo cultural.La India sorprende por la determinación de su elite dirigente de convertir a esa nación en una gran factoría mundial e ingeniosa potencia que exporta ideas e innovaciones.De hecho ya ha construido una sólida reputación en el sector industrial de alta tecnología como la aeronáutica, la electrónica y la informática. Además, se sabe que posee centros de tecnología y administración, reconocidos por su excelencia académica.Matteo Miavaldi, de Asia Files, escribió hace poco que la dirigencia india apuesta a una educación de excelencia de las nuevas generaciones, algunos de cuyos miembros descuellan en las competencias internacionales de ciencia.Ahí estaría la clave para ganar reconocimiento global, influencia cultural y protagonismo en el club de los grandes países. El desafío aquí es que esta revolución del conocimiento sea más igualitaria, no quede circunscripta a las grandes ciudades y se expanda a la zona rural, donde vive la mayoría de la población.La más grande democracia del mundo (en número de electores, alrededor de 600 millones) va camino a convertirse en la cuarta economía mundial antes del 2020, según algunas proyecciones, y a la vez el segundo mercado de consumo más grande después de China.Para muchos analistas, la India de hoy dista de ser el país que liberó del dominio colonial inglés el Mahatma Gandhi, el "Alma Grande", a poco de concluida la Segunda Guerra Mundial.Entonces la economía hindú estaba caracterizada por un muy bajo nivel de productividad, el 70% de su población se dedicaba a la agricultura de subsistencia, y poseía pocas industrias más bien artesanales, de índole textil.¿Cómo es que India, en las últimas décadas, se ha sumado al pelotón de los países de más crecimiento, y se ha convertido en uno de los motores económicos de la globalización, al punto que algunos ya hablan del milagro hindú?La pregunta es pertinente a la luz de lo que pensaba el padre de la independencia. En efecto, Mahatma Gandhi, unido al tradicionalismo hindú, creía que India tenía que evitar la vía de la industrialización occidental, e invertir sobre todo en la economía agrícola, integrada con las actividades artesanales.Decía que lo que aplastaba su país no eran los ingleses, ni la pobreza, sino la civilización traída por el colonialismo inglés. Detrás de la máquina, razonaba, se escondía la destrucción del hombre como persona comunitaria, y las tradiciones y culturas autóctonas.Cabría preguntarse, entonces, ¿Gandhi hubiera avalando el giro pro occidental e industrialista de la India de hoy? Quienes conocen la historia contemporánea del país, consideran que un amigo suyo y compañero de lucha contra el dominio británico, fue el responsable del giro ideológico.Se trata de Jawaharlal Nehru, quien sucedió a Gandhi en la conducción política del país, y quien imaginó una India moderna, parecida a los países occidentales, con un amplio estándar de bienestar socioeconómico.En etapa postindependentista, Nehru identificó, además de la educación, dos elementos centrales para el desarrollo de su país: la ciencia y la tecnología. El sueño de grandeza hindú se asentaría hoy en ellos.
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