Los temores que suscita la devaluación
El "atraso cambiario" o la creencia de que el dólar está barato vuelven a dominar la discusión económica. Y despiertan lógico temor entre los argentinos, porque en el pasado eso siempre terminó en dolorosas devaluaciones.La esencia de ese temor es que una devaluación del peso actúa como una transferencia de riqueza de los sectores de ingresos fijos (asalariados) a los sectores exportadores.Cada vez que hubo una depreciación más o menos brusca del tipo de cambio (el peso vale menos frente al dólar), hubo una pérdida del salario real, licuándose el trabajo.Una corrección fuerte de este tipo suele provocar una disparada de la inflación, ya que los precios de la economía se ajustan a un dólar más caro, dejando rezagados a los salarios.Los gobiernos en Argentina, cada vez que han tenido que convalidar una devaluación, han empleado el argumento de que había que "sincerar" la economía, dando a entender que hasta ese momento se vivía una ficción.A la vez han esgrimido el razonamiento de que la producción del país pierde competitividad en el exterior. Ocurre que cuando un país hace que su moneda valga más de lo que realmente vale, exportar se le hace difícil y las importaciones le inundan el mercado interno.En la década de los '90, la convertibilidad consagró con el tiempo el atraso cambiario (o peso sobrevaluado) lo que fue sinónimo de recesión y desempleo.Justamente el temor a la devaluación, que para la población argentina equivale a empobrecimiento, hizo que el esquema perdurara más de la cuenta. Hasta que la megadevaluación del 2002 ajustó tardía y traumáticamente la economía.Desde entonces el mentado modelo iniciado por Duhalde-Lavagna y continuado luego por los gobiernos kirchneristas giró en torno a un "dólar alto", que premió a las exportaciones e hizo menos rentable el negocio de quienes importaban.Ahora la decisión del gobierno de Cristina Kirchner de prohibir la compra de dólares para atesorar, ante una situación de escasez de divisas, ha reinstalado otra vez el fantasma devaluatorio.El mercado cambiario se desdobló, dando lugar a un mercado negro de la moneda norteamericana. De esta manera apareció un "dólar oficial" y otro "paralelo", creándose una brecha entre el valor de uno y del otro, que fluctúa entre el 40 y el 50%.La titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, al justificar el control cambiario, señaló que había en juego tres opciones: "Aceptar una variación brusca del tipo de cambio, financiar la fuga de capitales con endeudamiento externo o limitar transitoriamente el acceso a los dólares demandados para el ahorro".E, inmediatamente, agregó que "las primeras dos alternativas están en las antípodas del gobierno". Con lo cual, devaluar de una manera brusca se ha transformado para el gobierno en una mala palabra.Marcó del Pont no suscribe la teoría del atraso cambiario, por tanto no cree que haya que devaluar la moneda. Sugiere más bien que los problemas actuales con el dólar son producto de un complot contra el gobierno por parte de algunos sectores empresariales.El ex ministro de economía Roberto Lavagna, uno de los ideólogos de la estrategia del dólar alto, no piensa lo mismo. En su opinión, el desdoblamiento cambiario, y su consecuente brecha, es una "devaluación de facto" operada por el mercado, aunque el gobierno no quiera reconocerlo.Según su teoría, en estos años la inflación creció más que la corrección cambiaria, generando una situación de dólar barato, similar a la que existió en los '90.
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