Los videojuegos y una controversia interminable
Unos los satanizan, señalando por ejemplo que inducen a los chicos a la violencia, en tanto que otros los celebran como la punta de lanza de la nueva cultura digital.Entre la literatura disponible en torno a los videojuegos es factible reconocer a los apocalípticos, que los ven como una mala compañía en casa, y los optimistas, que alegan estar en presencia de una inocua modalidad para entretenerse.Los primeros sostienen que son los amigos peligrosos de nuestros hijos, los cuales caen seducidos por contenidos impropios, generando en ellos una serie de daños psicológicos casi irreversibles.Se citan diversos estudios científicos cuyas conclusiones ponen una mala nota a estos inventos tecnológicos. Por ejemplo, se habla de que el uso continuado de videojuegos anula la personalidad.Los chicos, además, caen en una adicción en la cual acaban por confundir la realidad con la ficción. Dado el contenido básicamente violento de la mayoría de los juegos, los chicos se divierten matando o destrozando a personas.La asiduidad con este tipo de material, hace que los adolescentes se familiaricen con la violencia, la naturalicen, y en algunos casos (a tanto llegaría su poder de sugestión) reproduzcan en la realidad lo que aprendieron en la pantalla.En los casos de asesinatos protagonizados por jóvenes en Estados Unidos, se suele mencionar que han estado expuestos largo tiempo a videojuegos hiper-violentos.De aquí se colige que estos últimos, siguiendo una relación causa-efecto, afectan la mente como una enfermedad y convierten a gente normal en asesina. Es decir, se estaría en presencia de una droga que programa asesinos seriales.Dentro de la visión apocalíptica, además, se afirma que si antes los juegos alimentaban básicamente la socialización de los chicos, la aparición de los videojuegos ha potenciado la introversión y el aislamiento, además de una vida sedentaria que acaba desembocando en problemas de sobrepeso.En la vereda de enfrente, en tanto, se sostiene que los argumentos contra esta diversión de los más jóvenes, y también de muchos adultos, no tiene fundamento alguno.Los optimistas alegan que no se puede sostener con seriedad que la conducta de juego en una pantalla anula o interfiere negativamente en la formación de la personalidad.Tampoco se puede probar, dicen, que exista una relación causal entre el contenido violento de los videojuegos y la violencia de la vida real (como si aquel disparara ésta).Las causas de la violencia, en todo caso, habría que buscarla en problemas de otro tipo, asociadas al contexto de la sociedad actual. Con respecto a las secuelas que puede provocar el abuso del videojuego, en términos de adicción, se responde que no está en la naturaleza de él enganchar al jugador como la heroína engancha al heroinómano.Por otro lado, no sólo los videojuegos entretienen sino que además ayudarían a la salud. Y esto porque muchos de ellos están considerados hoy estrategias complementarias para que pacientes con problemas motrices y cognitivos recuperen sus funciones perdidas, utilizándolos para hacer ejercicio.Los videojuegos (principalmente de deporte) están siendo utilizados por pacientes con problemas cerebelosos, lesiones medulares o ACV, porque son estimulantes.¿Quiénes tienen la verdad, los apocalípticos que sólo ven cosas negativas de los videojuegos, o los optimistas que no le encuentran defecto alguno? Hay que saber dar con el término medio entre dos extremos, como enseñaron los griegos.Además se trata de saber discriminar las situaciones sin perder de vista que el videojuego es sólo un medio.
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