Luces y sombras del primer año de Macri

Mauricio Macri cumplió un año en la Presidencia de la Nación y es tiempo oportuno para hacer un balance destacando los logros y cuentas pendientes. Patricio Giusto*Opinión En líneas generales, considero que la llegada al gobierno de Cambiemos significó un cambio positivo para el país. Sin embargo, hay algunas decepciones teniendo en cuenta las expectativas previas y promesas hechas durante la campaña electoral.En primer lugar, quiero destacar que ha cambiado rotundamente para bien el clima político en la Argentina. De a poco, nos hemos ido reponiendo de 12 años de permanentes tensiones, confrontaciones, persecuciones y descalificaciones absurdas, en el marco de la antidemocrática lógica amigo-enemigo instaurada por el kirchnerismo.Puede decirse con certeza que la Argentina está recuperando la senda del diálogo, la tolerancia y la concordia como valores primordiales de la vida política. Ahora tenemos un Gobierno que no excluye sectores para dialogar y no persigue a quienes piensan distinto. Prueba de ello son los numerosos y saludables acuerdos alcanzados con partidos políticos opositores, sindicatos y organizaciones sociales.Por otra parte, se está dejando atrás la tan perniciosa cultura del populismo y la mentira. Se acabó el relato del país sin pobreza, sin desocupación, sin inflación, sin inseguridad y donde la energía es gratis. En ese sentido, prohibido olvidar: ¿Cuántos pobres desaparecieron en la Argentina en los últimos años, sistemáticamente ignorados en las cifras manipuladas de Guillermo Moreno y sus secuaces?El paso de la mentira a la verdad significa un tránsito doloroso que debemos afrontar como sociedad, pero imprescindible para salir de la trampa mortal a la cual nos conducía el kirchnerismo. Muchas cosas se podrían haber hecho mejor en materia de sinceramiento durante esta primera etapa, como el caso del mal implementado ajuste de tarifas, pero en líneas generales el rumbo adoptado en pos de normalizar la Argentina ha sido el correcto.Ahora bien, hay importantes falencias de gestión tras este primer año, que generan incertidumbre de cara al futuro. Me centraré sólo en cuatro aspectos, que considero los más críticos:Economía: Tras la exitosa salida del cepo cambiario, el segundo semestre de la tan mentada lluvia de inversiones nunca llegó. Y probablemente tampoco llegue durante el primer semestre del año que viene. En un contexto externo que se ha tornado cada vez más adverso y, sumado a la pesada herencia kirchnerista, el Gobierno no ha exhibido un plan económico claro. Por el contrario, se ha observado a menudo descoordinación y contradicciones entre las diferentes áreas de la cartera económica. Inclusive, ante iniciativas impulsadas por el propio oficialismo, como fue el reciente proyecto de reforma del Impuesto a las Ganancias.Por nombrar tan sólo algunos indicadores relevantes, el país cierra el año con una inflación en torno al 40% y un nivel de déficit fiscal muy por encima de las metas esperadas. Contrario a lo previsto, el tamaño del Estado no se achicó y los subsidios sociales se dispararon en los últimos meses. Además, resulta sumamente preocupante el combo de desplome de la actividad industrial, caída del consumo y estancamiento de la creación de empleo privado. En definitiva: ¿Cuál sería el plan económico integral de Cambiemos para reactivar y dar sustentabilidad a la economía argentina?Justicia: El Gobierno aún no ha podido avanzar en la tan necesaria reforma del Poder Judicial. No es suficiente con haber completado las vacantes de la Corte Suprema (dicho sea de paso, tras haber intentado hacerlo insólitamente por decreto). El Consejo de la Magistratura está virtualmente paralizado y seguimos teniendo la misma Justicia corrupta e inoperante heredada por el Gobierno anterior. La pacífica jubilación del juez Norberto Oyarbide es todo un símbolo de que todo sigue igual. Y de nuevo, no se le pueden atribuir todas las culpas a la herencia.Seguridad: Si bien ha habido algunos tenues avances en materia de Seguridad Interior, el Gobierno lejos está de doblegar al narcotráfico, uno de los tres ejes de la campaña de Cambiemos. Las mafias narcotraficantes siguen controlando vastos sectores de la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, Rosario y otras grandes ciudades.Por otro lado, sigue imperando la ley del más fuerte en las calles de la Argentina. El Gobierno prometió resolver el problema de los piquetes e intentó la implementación de un fallido protocolo para regular la protesta social. Lo cierto es que cualquier sector que quiera cortar una calle hoy puede hacerlo con total impunidad, al igual que sucedía durante los gobiernos kirchneristas. Y esto está directamente relacionado con la no llegada de inversiones, aunque muchos lo minimicen, inclusive en el propio Gobierno.Política exterior: Cambiemos inició de manera promisoria un proceso de reinserción de la Argentina en el mundo, tras una década de aislamiento y sesgada lectura del contexto global por parte del kirchnerismo. Argentina restableció relaciones razonables y normales con los Estados Unidos, como así también con el resto de los países y organismos internacionales relevantes.No obstante, casi todo el esfuerzo de la Cancillería durante este año se consumió en la frustrada candidatura de ministra Susana Malcorra a presidir la ONU. Por otra parte, el pragmatismo macrista en materia de política exterior derivó en fuertes contradicciones y traspiés diplomáticos. Asimismo, ese aperturismo pragmático no puede ser considerado una estrategia seria de política exterior para un país mediano como la Argentina. En ese sentido, lamento que se sigan designando políticos a cargo de embajadas clave, como el caso de Martín Lousteau en los Estados Unidos. Profesionalizar la alta diplomacia había sido otra de las promesas de campaña de Cambiemos.Para concluir este análisis, soy optimista respecto al futuro y considero que Cambiemos aún tiene intacta la oportunidad de generar la transformación profunda de la cultura política, el sistema económico y situación social de la Argentina. No obstante, por ahora Cambiemos tan sólo ha significado un saludable cambio de clima y prácticas políticas, aunque con más sombras que luces respecto al rumbo de la gestión en determinadas áreas críticas.*Politólogo (UCA) y Mg. en Políticas Públicas (FLACSO). Docente universitario (UCA) y Director de Diagnóstico Político. Actualmente residiendo y estudiando en Hangzhou como becario del Gobierno de la República Popular China.
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