Macri y Scioli flirtean para llegar juntos a la meta

¿Existe un acuerdo entre Macri y Scioli para polarizar la elección en detrimento de Sergio Massa? Es difícil pensarlo pero a los dos les conviene que las posibilidades del tigrense se diluyan hasta desaparecer. Los dos creen que pueden sacar rédito de eso. Pero hay demasiado tufo como para no creerlo.Jorge Barroetaveña Parece que ha habido un cambio en la percepción que el kirchnerismo tiene de la elección de octubre. Si hasta hace unos meses pensaba que la derrota era el único destino posible, hoy piensa que tiene alguna posibilidad de torcer el destino. Para eso claro, deberá resignarse a convivir con un candidato light como Scioli que, para su gusto, no es ni chicha ni limonada. Encima, el gobernador bonaerense no hace más que kirchnerizarse cada vez más, lo que deja en una postura incómoda a los más duros. Cuando muchos suponían que empezará a diferenciarse hace exactamente lo contrario.Los estrategas K intuyen que puede haber algún resquicio para cambiar el curso de los acontecimientos, que los llevaban a una oposición resignada. Indirectamente, la estrategia oficial de colocar a Mauricio Macri como el enemigo tuvo un doble efecto: lo hizo crecer en las encuestas y dejó al margen a Sergio Massa. El ninguneo permanente sobre el tigrense parece haberles dado resultado, más los movimientos concretos que Macri hizo acordando con los radicales, desguazando UNEN y soplándole a Reutemann al Frente Renovador.Los dos, como en un juego de pinzas, han confluido en el mismo objetivo que es quedarse, unos con el voto kirchnerista crítico (el gobierno) y otros con el opositor-opositor (Macri). En medio de ese tironeo, Massa hizo lo que pudo y todavía da pelea. Su fortaleza sigue siendo la Provincia de Buenos Aires y sobre todo el Conurbano profundo. Cuenta también con la aparición de Francisco de Narváez, un candidato que mide cada vez mejor en las encuestas y le permite defender ese 'doble perfil', que tanto rédito le dio en el 2.013.Pero Massa arrastra una contradicción genética y una gran desventaja. La contradicción genética lo limita cuando quiere profundizar su perfil opositor para disputarle a Macri mano a mano. Todos sus equipos y él mismo formaron parte del kircherismo, fueron esencia e imagen y es dìfícil ahora presentarse como lo opuesto. La otra alternativa, avanzar sobre las coincidencias, deriva en una opción de fierro: ¿para qué quedarme con la copia si me puedo quedar con el original?Y la desventaja que arrastra Massa no tiene solución, al menos inmediata: no tiene una gestión y el aparato que eso conlleva para mostrar. Está Tigre y lo que hizo pero es incomparable con la Ciudad de Buenos Aires, el mega- aparato de la Provincia de Buenos Aires o la infinitud del estado nacional. Ellos tienen recursos a izquierda y derecha y los usan sin demasiado pudor.Aunque Massa tiene una salvación llamada segunda vuelta. Si alcanza esa instancia estará muy cerca de ser presidente, simplemente porque las opciones quedarán reducidas a dos y el voto opositor no tendrá otra alternativa que utilizarlo como instrumento para castigar al kirchnerismo. Claro, ahora se trata de llegar a esa instancia y tampoco parece estar tan lejos.En la mente de Mauricio Macri aún deben resonar las comparaciones con Fernando De la Rúa, argumento que blanqueó Máximo Kirchner en su charla aclaratoria con Víctor Hugo hace unos días. Tomar decisiones siempre implica un costo y un riesgo. Pero a veces es más perjudicial no tomarlas y algo de eso debe haber sentido Macri.Todavía estaban calientes las butacas del Teatro Gualeguaychú, cuando le marcó la cancha a los radicales y les avisó que el suyo no sería un gobierno de coalición. "Llamaré a los mejores", se atajó. Hace un puñado de días voló a Córdoba y pateó el tablero. Cansado de los divagues entre los radicales y Luis Juez, se quedó con candidatos propios, aunque no cerró definitivamente la puerta. En la cara le dijo a Ramón Mestre, intendente radical y capitalino, que no podía ser candidato por una cuestión simple: no le daban las encuestas.Mientras volaba de vuelta a Buenos Aires pergeñó la declaración a favor de Rodríguez Larreta en la interna que tiene con Michetti. Desde Durán Barba para abajo ningún asesor le recomendó semejante jugada, pero sintió que tenía que hacerlo. Sabe que, si pierde Rodríguez Larreta pierde él y su carrera presidencial sufrirá un daño de impredecible magnitud.Primero serán las PASO en Santa Fe, luego en Neuquén y finalmente en Buenos Aires. Si hilvana todas esas victorias quedará un poco más cerca del principal objetivo. Nadie podrá reprocharle a Macri que no tomó decisiones riesgosas y que no se jugó cuando debía hacerlo.La intención de polarizar es funcional para el kirchnerismo y el macrismo. En el imaginarios tablero ideológico unos a la derecha y otros a la izquierda, aunque esa división ideológica parece burda si se juzgan muchas políticas. La irrupción de Máximo en el escenario político despertó las especulaciones más variadas. Lo llevaron en un día de candidato a presidente de la Nación a intendente de Río Gallegos, sin escalas en el medio. Un poco exagerado para lo que dijo y para sus posibilidades reales. Pero su aparición sirvió para demostrar el peso que el apellido Kirchner puede tener en una boleta. A favor y en contra. Podrá ser él mismo, su madre o hasta Alicia, pero ninguno pasará desapercibido.Las encuestas dicen muchas cosas, aunque dejan apenas una sola certeza: hoy existen altas probabilidades que en octubre estrenemos por primera vez el formato de segunda vuelta que idearon Menem y Alfonsín allá lejos en el tiempo, mientras discutían la reforma del `94.Y a esa final sólo llegarán dos. Sólo habrá dos opciones y se acabarán las ambigüedades. Si será continuidad o cambio, los nombres propios lo dirán. Lo cierto es que será una opción de hierro que marcará el rumbo del país en las próximas décadas.
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